Digo todo esto por lo que sucedió ayer. Después de un alegre día de trabajo en la oficina a 19º grados salí a la calle donde el sol, que no entiende de oficinistas con piel de pollo, había calentado el ambiente hasta los 30º. La reacción que se provoca no se puede explicar, es para vivirla. Llego a mi coche que llevaba todo el día al sol y estaba como para cocer pan sobre el volante (si alguien es capaz de mantener el buen humor de esto es un santo varón).
Decido entrar en Barcelona por la C-58. Mala elección había una caravana de esas que permite que dos desconocidos que vayan en coche paralelos inicien una relación que culmine en matrimonio al entrar en la ciudad. Decido coger la primera salida y atravesar Cerdanyola (una ciudad). Mala elección, caravana y conducción por ciudad es para los nervios lo que una hoguera de San Juan en una gasolinera, pero como no había vuelta atrás atravieso toda la ciudad hasta llegar a uno de esos cruces donde confluyen 4 carreteras de 3 carriles cada una, semáforos en ámbar intermitente y los coches cediéndose amablemente el paso mientras los conductores decían: “Pase usted por favor”.
Para amenizar la velada empezaron a salir personas, a decenas. Salían de todas partes corriendo entre los coches, saltando por encima de ellos. Por un momento todos nos quedamos parados esperando a ver en que acababa todo aquello. Los más mayores de ellos comenzaron a cogerse de las manos y a cortar carriles de las carreteras, alguno de los coches que estaban delante de mí intentaron pasar antes de que terminaran la formación pero enseguida los más jóvenes de esos engendros se lanzaron sobre el coche y empezaron a golpear el capó y el techo por lo que todos entendimos con una claridad meridiana que por ahí no íbamos a pasar. Al momento empezaron a llegar los refuerzos de la avanzadilla que había conquistado la carretera y estos llegaron con la infraestructura, vallas de obra amarillas con las que empezaron a cortar más carriles. La cosa se ponía fea porque el numero de soldaditos aumentaba por momentos. Otro coche que estaba delante de mí intentó coger un desvío pero un escuadrón de descamisados salió a cortar el camino y tras cortarle el camino comenzaron a zarandear el coche y golpearle el techo. Yo que soy un tío listo entendí que tampoco querían que cogiéramos ese desvío.
A todo esto estaba yo sentado en el coche pensando que tenía prisa y que o me llevaba por delante un venerable anciano que hacía de barrera humana delante de mí o daba un quiebro e intentaba escapar por el desvío arriesgándome a que la panda de mandriles saltara sobre mi coche y comenzarán a golpearlo. Estando yo con estás elucubraciones vi como por detrás mío llegaba el tercer batallón de infantería mecanizada, quillos con motos llevando más vayas de obra y colocándolas por detrás. La idea no era cortar carriles sino encerrarnos en una jaula de vayas, reconozco que mi carisma y poder de persuasión estarían al nivel del de mejillón cebra así que en ningún momento me plantee bajarme del coche a pedir explicaciones, pero tampoco tenía como una opción el quedarme a ver como me encerraban allí. Mire al viejete de delante, mire el cruce lleno de orangutanes con palos y di volantazo giro de 180 grados atravesando una continua y saliendo por una especie de polígono industrial saliendo a la parte más alta de Ciudad Meridiana que es como una ciudad feudal pero en feo, teniendo que atravesarla entera y acabando donde quería estar en un principio tardando solo 45 minutos en un trayecto que normalmente hago en 10.
Hoy me he enterado que esa panda de energúmenos descerebrados se estaba manifestando por la inseguridad ciudadana en Ciutat Meridiana… se ve que querían más.