Que no estamos hechos para vivir encajonados en edificios, separados por nuestros vecinos con solidas paredes echas de tocho de dos centimetros de grosor que hacen que oigamos hasta los ronquidos del vecino de abajo, lo sabemos todos (que frase más complicada de leer me ha quedado).
Pese a todo hay leyendas que hablan de seres mitológicos que se llevaban bien con sus vecinos, que como no ese no ha sido siempre mi caso. Nunca llegué a lo que leía hoy en la Vanguardia (noticia) donde explicaba que vecinos se han matado mientras discutían lanzandose granadas. La primera reflexión es: en que mundo más curioso vivimos en que una pelea vecinal acaba como el desembarco de normandía, estoy seguro que alguno de ellos no limpiaba la entrada bien, o hacía ruido por la noche, pero ¡¡TIRARLE DOS GRANADAS!!
Lo cierto es que yo acaricié la idea de que mi antigua vecina de arriba tuviera un accidente, uno de esos que no te mata pero te provoca diarreas incontroladas junto a paralisis de las piernas temporal, nada doloroso.
Mi vecina era bellisima persona, tenía la cara de las brujas de los cuentos y andaba como si en vez de columna vertebral tuviera el palo de una escoba. Lo mejor eran sus costumbres, cada día del año reordenaba su piso moviendo sillas, mesas, sofas, gatos. Su afan reordenador comenzaba sobre las doce de la noche y acababa sobre las cuatro de la mañana.
Yo no soy de natural decidido pero un día subí a comentarle alguna objección sin importancia relacionado con dormir dos horas diarias durante los ultimo tres meses. Me escucho atentamente durante 10 segundos y me insultó a gritos durante 30 minutos.
Dias más tarde, durante los cuales no cejo en su empeño decorador, yo tenía invitados a casa. La única libelula de Barcelona entro por mi balcón. Si hubiera sido una abeja habría alterado mucho a las mujeres que había en casa (.. y a mi también...) pero la cosa es que el bonito insecto provoco un pequeño ataque de histeria que provocó la caida de sillas y bebidas y unos cuantos gritos. 0'98 segundos después enfrente de mi puerta tenía a mi vecina, se ve que se acordó de algunos insultos que quería decirme.
A los pocos días aparecío su... llamale novio, llamale x. En calzoncillos delante de mi puerta diciendo que me iba a partir la cara, que me iba a matar. Tener visiones de los vecinos en calzoncillos delante de la puerta amenzando de muerte no es una visión agradable.
Pocos días despues me enteré que corría el rumor de que la buena mujer era de moral distraida, y de que comerciaba con su cuerpo (ooohhhh!!!!) fijate que eso era algo que yo en un primer momento había atribuido a algun familiar suyo....
Cuando te pasan estas cosas agradeces no tener granadas a mano... />
Pese a todo hay leyendas que hablan de seres mitológicos que se llevaban bien con sus vecinos, que como no ese no ha sido siempre mi caso. Nunca llegué a lo que leía hoy en la Vanguardia (noticia) donde explicaba que vecinos se han matado mientras discutían lanzandose granadas. La primera reflexión es: en que mundo más curioso vivimos en que una pelea vecinal acaba como el desembarco de normandía, estoy seguro que alguno de ellos no limpiaba la entrada bien, o hacía ruido por la noche, pero ¡¡TIRARLE DOS GRANADAS!!
Lo cierto es que yo acaricié la idea de que mi antigua vecina de arriba tuviera un accidente, uno de esos que no te mata pero te provoca diarreas incontroladas junto a paralisis de las piernas temporal, nada doloroso.
Mi vecina era bellisima persona, tenía la cara de las brujas de los cuentos y andaba como si en vez de columna vertebral tuviera el palo de una escoba. Lo mejor eran sus costumbres, cada día del año reordenaba su piso moviendo sillas, mesas, sofas, gatos. Su afan reordenador comenzaba sobre las doce de la noche y acababa sobre las cuatro de la mañana.
Yo no soy de natural decidido pero un día subí a comentarle alguna objección sin importancia relacionado con dormir dos horas diarias durante los ultimo tres meses. Me escucho atentamente durante 10 segundos y me insultó a gritos durante 30 minutos.
Dias más tarde, durante los cuales no cejo en su empeño decorador, yo tenía invitados a casa. La única libelula de Barcelona entro por mi balcón. Si hubiera sido una abeja habría alterado mucho a las mujeres que había en casa (.. y a mi también...) pero la cosa es que el bonito insecto provoco un pequeño ataque de histeria que provocó la caida de sillas y bebidas y unos cuantos gritos. 0'98 segundos después enfrente de mi puerta tenía a mi vecina, se ve que se acordó de algunos insultos que quería decirme.
A los pocos días aparecío su... llamale novio, llamale x. En calzoncillos delante de mi puerta diciendo que me iba a partir la cara, que me iba a matar. Tener visiones de los vecinos en calzoncillos delante de la puerta amenzando de muerte no es una visión agradable.
Pocos días despues me enteré que corría el rumor de que la buena mujer era de moral distraida, y de que comerciaba con su cuerpo (ooohhhh!!!!) fijate que eso era algo que yo en un primer momento había atribuido a algun familiar suyo....
Cuando te pasan estas cosas agradeces no tener granadas a mano... />