Por el precio de un Frigopie, mucho más divertido a la par que con peor sabor puedes tener el magnífico libro inspirado en el blog. Pulsa en este enlace y disfruta: Si lo sé, no crezco: Las historias de MundoAcido Aprovecha esta oportunidad de leer el libro del que todos están hablando y cuando digo todos me refiero a algunos miembros de mi familia.

20 diciembre 2007

Rechtsanwalt

Esta es la historia del pueblo de Rechtsanwalt.

Rechtsanwalt era un apacible pueblo de pescadores de arenque de río, habían llevando la pesca de arenque a un estado de excelencia difícilmente asumible por los pueblos vecinos, sus secaderos y los saladeros creaban un salazón que era muy cotizado en todos los mercados. El verdadero valor del pueblo eran sus ancianos, únicos conocedores de las mejores técnicas de pesca y de la cría de las mejores lombrices anilladas hembras usadas para la captura.

Un día la paz de Rechtsanwalt se vio alterada. Una avanzada del ejército astrohungaro se había instalado en su frontera, a nadie se escapaba que su intención era secuestrar a sus ancianos y llevarse con ellos toda la riqueza del pueblo junto a sus conocimientos. El miedo se apoderó de sus entrañas cuando se comenzó un rumor de la consistencia de un barril de brea comenzó a recorrer las calles. El rumor era que Buerek, un antiguo líder de los pescadores y gran conocedor de los entresijos de la aldea, se había unido al ejército enemigo tras haber pasado un tiempo obligado a pertenecer encerrado en una cueva como castigo por cortejar la hija desdentada del anciano mayor.

Pero como los problemas viajan en pequeñas turbas y nunca vienen solos, empezaron a aparecer en el poblado carteles clavados en las jambas de las puertas donde se hablaba de las bondades y de las bienaventuranzas de la que disfrutaban los pescadores astrohungaros por no hablar de los servicios que jóvenes vestales dispensaban a los ancianos secadores de arenque de río. No tardaron en aparecer vacías algunas de las casas

Todo esto hizo que Regisseur, el actual lider de los pescadores, junto con Markeitiel lider de los secaderos reunieron a los valientes rechtsanwaltianos en una asamblea extraordinaria.
Regisseur.- Todos somos conscientes del peligro que corremos, el imperio comercial está en peligro. Estamos amenzados, quieren llevarse a nuestros ancianos, quieren robarnos nuestra comida, que digo nuestra comida. ¡Quieren llevarse la comida de nuestros hijos! No podemos permitir esta afrenta, esto es la guerra…

Markeitiel.- Como primera medida para que vean que vamos en serio hemos decidido arrancar todas las jambas de las puertas, a ver donde clavan ahora sus mensajes. También hemos decidido crear unas normas de muy sencillo cumplimiento que nos evitaran males mayores. La primera de ellas es que se le arrancaran los ojos con dos cucharas sucias de salazón al que sorprenda leyendo, aunque sea de reojo, los panfletos astrohungaros. – y así siguió la lectura de las nuevas normas que infundió valor y animo como el que tenían las lombrices anilladas.

Regisseur.- Todos los hombres y niños que sean capaces de sostener un arma y blandirla por lo menos una vez (aunque después se le caiga) estarán obligados a prepararse para la guerra que se aproxima.

Se nombró a Ferdineng como encargado de entrenar al grupo de élite, que serviría de fuerza de choque en la guerra que se avecinaba. Regisseur dio instrucciones precisas de que se entrenarán en el uso de la maza. La maza era un razonamiento suficientemente contundente como para convencer a los astrohungaros de que instalarse en su frontera era una idea que debían plantearse.

Por su parte Markeitel se reunió con los ancianos del pueblo para explicarles la situación y las medidas tomadas. Cuando has dedicado toda una vida a atravesar lombrices anilladas con un hierro introduciéndoselo por el culo, la bondad y clemencia son términos que su significado queda algo difuso en la niebla de la maldad. Así que los ancianos además decidieron que lo mejor para que Ferdineng hiciera un buen trabajo era amenazarle con torturas que harían palidecer a sus amigos de la inquisición. Por su parte Markeitel se encargó de convencerlos de que tendrían que grabarlos con más impuestos que servirían para sufragar el armamento y la manutención de las tropas, en contrapartida se comprometió a organizar una justa que no solo serviría para levantar la moral de las tropas, si tenían un poco de suerte seguro que alguno salía herido y podrían disfrutar de un poco de sangre y heridas. Los ancianos estaban entusiasmados con esta idea así que aportaron diligentemente todos los eurracks que les pidieron.

Markeitel y Regisseur se reunieron con Ferdineng a las afueras del poblado tras el primer mes de entramiento con maza y le comunicaron que en una semana tendrían que hacer una justa donde sus hombres se batirían a caballo para demostrar sus avances. De nada sirvió que Ferdineng intentara explicarles que lo más cerca que sus hombres habían estado de un caballo era cuando se escapo un burro en el pueblo y le rompió una pierna de una coz a Danielex.

Durante esa semana Markeitel se encargó de comprar las armaduras y blasones que engalanarían los caballos, Por su parte Ferdineng tuvo que hacer un caballo de paja y explicarles a sus hombres que un caballo era como el burro aquel, pero que las coces dolían más y que no era una buena cosa intentar dirigirlo cogiéndolo de las orejas.

Cuando faltaba un día para la justa, tímidamente Smilingsun, tesorera del poblado, le comunicó a Markeitel que apenas quedaba eurracks de los recaudados a los ancianos y nadie había caído en que no habían caballos en el poblado. Rápidamente partieron hacia uno de los pueblos vecinos con los eurracks que todavía quedaban en la bolsa comunal, y tras una larga negociación llegaron a la conclusión que no podrían comprar más que una yegua menopáusica y diez ponies ya mayores.

El día de la justa llegó. Intentaron engalanar a la vieja yegua con una de las armaduras de plata que habían comprado pero a la pobre le temblaban los cuartos traseros así que desecharon la idea, la cubrieron con un blasón que lejos de darle dignidad le sentaba como si fuera una mortaja. Ni siquiera se intentó ponerles la armadura a los ponies y hubo que recortar los blasones para que no arrastraran. Cuando los hombres de Ferdineng se montaron en los ponies tuvieron que encoger las piernas para que no arrastraran y hubo alguno que tuvo que ponerse detrás del pony para ayudarle a caminar empujándole por el culo.
El día de la justa acabó con uno de los hombres de Ferdineng en la casa de curas al caerse de la yegua cuando esta dio un respingo cuando se le enrampó la pata delantera derecha. Uno de los ponies tuvo que ser sacado en volandas al tropezarse con un montículo de arena que nadie advirtió.

Los ancianos estaban indignados, Markeitel tuvo que reunirse con Ferdineng y airado le comunió que había perdido la confianza del consejo de sabios, se le obligaba al exilio y sería objeto de ostracismo público, en su lugar se colocaría al encargado de la compra de los blasones y armaduras que era lo que más había lucido en el día de la justa. Desde aquel día Ferdineng huyó al exilio y aún hoy cuentan los bardos que logró formar una familia y que es feliz.

Chaleseech sería el encargado de formar a la tropa de élite, algunos de sus hombres comenzaron a añorar los días en que su única preocupación era ir al rio y pescar arenques por lo que algunos de ellos comenzaron a mirar si podían emigrar a la tierra donde se había establecido Ferdineng y volver a sus antiguas ocupaciones. Por cada soldado que desertaba se conseguía alistar uno nuevo.

Chaleseech enseguida se congració con los favores de Markeitel con sus duros métodos de entrenamiento. Aprovechando que ya llevaban prácticamente 10 lunas nuevas entrenando con la maza decidió que la maza era un arma innoble y a partir de ahora utilizarían las dagas florentinas. Markeitel por su parte volvió a juntar a la asamblea de ancianos y les exigió que volvieron a aportar más tributos con los que comprar las dagas florentinas.
Chaleseech era implacable en sus entrenamientos. No era extraño que la noche cerrada sorprendiera a sus soldados, que aceptaban esta nueva forma de entrenar con la animo que acepta un buey que le aguijoneen el culo.

Llegó el día de la batalla. La disposición para la batalla era la siguiente, en primera fila estaba la yegua, que había empeorado tanto en su estado de salud que sólo podía soportar el peso del blasón, así que su jinete estaba de pie al lado suyo con un saco de vendas y árnica por si la yegua, a la que ya le había cogido cariño, sufría algún percance.

En segunda fila estaban 8 hombres de pie a horcajadas y entre sus piernas estaban los ponies, algunos resollaban descontroladamente debido a los problemas respiratorios que habían sufrido al vivir en un pueblo con unos niveles muy altos de humedad. Tras ellos había un ultimo pony, el más joven de ellos, qué nadie se atrevía montar porque coceaba y mordía a partes iguales, y la altura del pony era tal que si mordía a la altura de su boca es posible que alguno de los soldados tuviera que plantearse la adopción como método de perpetuar su familia. Las dagas no se pudieron comprar porque Markeitel invirtió el presupuesto en la compra de blusones con los blasones familiares de cada uno en el pecho y el nombre en la espalda. A cada soldado se le amenazó con convertir su casa en un excusado público si no conseguían expulsar a los astrohungaros de la explanada. La principal motivación para ganar esa guerra era acabar con las jornadas de entramiento que habían tenido los dos ultimos meses.

Avanzaron con toda la dignidad que puede dar esa grotesca cuadrilla. Cuando los astrohungaros llegaron a verlos les fue muy difícil mantener el orden entre sus filas. Cuando unos doscientos metros separaban a los dos ejercitos a la yegua le dio un engarrotamiento en un cuarto trasero que hizo que la pata se estirara de forma descontrolada hacia atrás con tan mala pata que coceo al jinete del pony que iba justo detrás El pony indomable se asustó con lo que mordió el culo de uno de los ponies resolladotes, que al verse sorprendido por este terrible bocado se lanzó en loca carrera. De nada sirvieron los puñetazos que le propinaba el jinete, el pequeño pony no podía oir nada más que sus resuellos mientras adelantaba a toda la comitiva y avanzaba contra el ejercito rival que se lo miraba risueño.

El pequeño pony corrió mas que en toda su larga existencia pero las limitaciones físicas reclamaron un cierto protagonismo e hicieron presencia a falta de una decena de metros que llegar a las hordas astrohungaras las fuerzas abandonaron al pequeño corcel que cayó fulminado lanzando a su jinete a los pies de los caballos enemigos. El resto de ponies encontraron en que invertir su tiempo al ver unas hierbas que según pensaron no podían dejar escapar así que se desviaron a ver si eran tan buenas como parecían.

Los astrohungaros no se sostenían sobre sus monturas así que decidieron abandonar la explanada y retirarse a sus casas a contárselo a sus hijos y ver si sería posible traer la familia a la próxima batalla.

Chaleseech fue felicitado por haber expulsado a los astrohungaros, se imponía una buena fiesta de conmemoración de este gran día. Como se había invertido todo el esfuerzo del pueblo en la preparación para esta gran batalla Markeitel tuvo que ir a los ancianos a exigirles un nuevo tributo con el que ir a comprar salazón al pueblo vecino, que a su vez tuvo que ir a comprarselo a los astrohungaros que habían conseguido un nivel más que aceptable en el proceso de salazón. Cuando los ancianos vieron esto mandaron emisarios a Buerek para negociar unas buenas casas bien surtidas de vestales en territorio astrohungaro.
Al verse abandonado por una gran parte de sus ancianos Markeitel echo toda la culpa a Regisseur por lo poco afortunado de su eleccion en la formación de la tropa de élite y tras una pequeña humillación pública lo mandó al exilio.

Por su parte Markeitel se asoció con Kiderreich un oscuro personaje surgido de las entrañas de la parte más radical de la asamblea de ancianos y decidieron montar el pueblo en caravanas, desprenderse de las mujeres y los niños y llevarse con ellos a los que más lucieran los blusones que se habían mandado hacer en Italia.

Esta caravana de hombres elegantes partió lejos del río y de la frontera a un sitio donde pudieran reemprender la pesca y salazón del arenque de río. Nadie cayó que si no hay río no hay arenques, así que tuvieron que improvisar el salazón de la ardilla voladora que nunca acabó de triunfar.

Esta ha sido la real historia del pueblo que un día dominó el salazón de arenque de río que ocupó esta zona donde ahora campan a sus anchas los conejos y los lunnies.


PS.
Es posible que pocos entiendan este escrito, tampoco puedo dar muchas explicaciones.
Este post va dedicado para el campeón mundial de Scatergories.

13 diciembre 2007

Herido de guerra

Ayer volví a la peluquería, y debería acabar aquí en un mundo normal o a alguien que no fuera yo, pero como se ve que han distribuido fotos mías por ahí la gente se encarga de proveerme de historias para escribir.
Mira que yo soy de lo más convencional, que voy a las cadenas de peluquerías que habitan en los centros comerciales, no llevo mechas y voy camino de que en mis entradas se planteen poner fronteras y aduanas. Normalmente cortarme el pelo a mi no les lleva más de veinte minutos, pero no, ayer estuve una hora.
La peluquería en cuestión es una de la cadena de Marco Aldany y como siempre nada más llegar tienes que apuntarte.
- Buenas, para cortarme el pelo
- Si porque para pegártelo es a partir de las 10 – oigo una voz tras de mi. Era un hombre ya mayor que estaba intentando ligarse a todas las peluqueras, que no eran pocas. Ellas le correspondían con las más absoluta indeferencia.
- Tienes tres delante de ti – me dice la que apunta
- Vale
- ¿Te apunto?
- ¿Cuánto tiempo tengo que esperar más o menos?
- Eso no te lo puedo decir.- esto me lo dijo como si le hubiera preguntado si iba a ser feliz en mi matrimonio, no se si no podía decírmelo o no sabia como calcularlo.
El caso es que me siento a esperar y en una media hora me llaman y me sientan en un butacón, me dan dos revistas para leer que me dieron mal rollo, la primera era “Belleza y Salud” o algo así y el tema de portada era “Como perder esos kilos que tanto te afean” y la segunda era algo así como “Pelos” y el tema de portada creo recordar “Como hacer que por lo menos tu pelo luzca”. Estuve por girarme y decirle a la chica si quería decirme algo, que lo dijera claramente.
Viene un chico y aquí empieza las rarezas de verdad
- Perfecto – El chico se presentó así
- Hola.
- ¿Te importa cambiarte de sitio?
- ¿Dónde? – Donde quiera
- En esta silla – y me señala una en la esquina, donde la oscuridad pudiera cubrir lo que tenía pensado hacerme, al sentarme soltó otro “perfecto”
- ¿Qué te hago?
- Pues mira yo normalmente llevo el pelo bastante corto
- Perfecto
- … hacia delante …
- Perfecto
- Y por arriba un poco más largo y despeinado
- Perfecto ¿Hace tiempo que no te cortas verdad? – He de decir que en ese momento tenía el peinado de Georgi Dann
- Si ya me hacia falta – Mr. Observador

El hombre comienza a cortar, me mete la trasquiladora y no se como la mete pero se le atasca y me pega un tirón de pelos que me hace saltar un par de lagrimones. Después llegó el momento de afeitar patillas y nuca. Saca la navaja y con una destreza que ni Dartacan (el perro) me mete un viaje en la oreja.
- Uy te dañe la oreja
- …
- Espérate un segundo que voy a buscar algo para que no cortar la hemorragia
Desgraciado, este me había cortado la oreja. Vamos que en un combate a primera sangre le dan el triunfo fijo. Al momento empiezo a notar como la sangre comienza a resbalar por detrás de la oreja y aquí cometí un fallo. Yo soy muy aprensivo con la sangre, sobre todo si sale por alguno de mis orificios, ya sea de los que venían de serie o de alguno de nueva creación. Me giré para verme la oreja y me entro la flojera, era una gota, solo una gota, pero aventurera porque ya iba por el cuello y bajando. Vino el peluquero degollador y me echó alcohol sin medida, vamos que si hubiera sido agua oxigenada ahora sería rubio, y me hizo que me tapara con un algodón.
Ahora tocaba afeitar la nuca, yo estaba al punto de coger el Síndrome de Estocolmo, así que obedecía todo como si fueran mi padre.
- Mantén el cuello recto
- Vale – y es decir esto y empieza a presionar con el pulgar y el índice en la nuca, en la base del cráneo con fuerza y me inclina la cabeza
- Mantén la cabeza recta, vale
- Vale – y vuelta con los empujoncitos
- No inclines la cabeza
- Es que no la muevo yo – si después de cortarme la oreja lo que menos ganas tenía era de oponer resistencia con su navaja en mi cuello
- A que te empujo yo… es verdad… Perfecto

Esperaba cortarme más el pelo pero no me atreví a que me retocara, sólo quería salir de allí lo antes posible.

10 diciembre 2007

Mas chapuzas informáticas

La memoria es algo curioso, así como el que no quiere la cosa saca a flote recuerdos de hace años. En mi caso el otro día, como si fuera un corcho, saltaron los recuerdos de cuando estaba trabajando reparando ordenadores felizmente.

Algo de esto ya conté hace un tiempo, pero de aventuras de aquella epoca hay para aburrir a las piedras. Ahora viene un par de historietas en plan abuelo cebolleta.

Un día me mandaron a reparar una impresora que hacía el tonto en una oficina. Mi experiencia hasta el momento con las impresoras era de lo más cordial. Yo les pedía imprimir y ellas me daban hojas con dibujitos en una cara. Ahora tenía que ir a “reparar” una. La impresora en cuestión era una HP Laserjet 4L creo o algún modelo anterior. Aprendí varias cosas, por ejemplo el fusor quema. Yo estaba en “modo experto” en impresoras, fue tocar el fusor que estaría a la temperatura en que se convierten las vigas en una infusión de hierro y sentir unas ganas inmensas de gritar y maldecir, por el contrario tuve que poner cara de “esta es una prueba que hago siempre para ver si calienta bien, si me hace salir ampollas en los dedos es que va perfecto.”

También había visto que algunos cogían el toner y lo sacudían enérgicamente de un lado a otro. De aquella me daba igual que fuera para distribuir el polvo del toner o como maraca de un ritual. Nadie me había dicho que ese toner era rellenado. Cogí el toner fuertemente con las dos manos. Llevé las manos hacia el lado derecho. Concentré toda mi fuerza en mis manos y lo sacudí hacia el lado izquierdo. A partir de ahora hay que leerlo todo en cámara lenta: La secretaria me mira. A medio recorrido del toner se salta el tapón que se uso para rellenarlo. La secretaria abre más los ojos mientras balbucea algo. En un mundo sin inercia hubiera podido parar mis brazos pero este no es ese mundo. Cuando mis manos llegaron al punto máximo de recorrido hacia la izquierda, que coincidía con un punto muy próximo a la cara de la secretaria, de dentro del toner se oyó la canción de “Libertad, libertad, sin miedo libertad” y el polvo salió despedido por el hueco que anteriormente estaba tapado. A partir de aquí todo volvió a su velocidad normal, secretaria, mesa, moqueta y yo parecíamos sacados de una mina de carbón. La secretaría seguía balbuceando lo que a ella le hubiera gustado que fueran insultos pero sonaba más como salmodias en tibetano.

Me disculpe, recogí el toner que pude, mi empresa les regaló un toner nuevo y a mi me enseñaron a agitar toneres con la gracia de la Vieja Troba Santiaguera.

En otro cliente me mandaron a reparar un teclado. Ahora se que hay teclados de membrana (los malos) y mecánicos (los que pesan dos kilos). Pues allá que me fui yo, con mi ignorancia por bandera. Mi idea era desmontar el teclado, mirar fijamente lo que hubiera dentro hasta el punto de avergonzar a la pieza que estuviera fallando y volverlo a montar. Llegué a la mesa con el teclado averiado, la chica se levantó y se puso detrás mío (si alguna vez van a repararos el ordenador no os quedéis detrás, mete un pelín de presión). Cogí el teclado, que pesaba bastante, le di la vuelta y saque todos los tornillitos que tenía en la parte trasera. Aquí es donde saber si un teclado es mecánico o de membrana tiene una importancia fundamental. Un teclado de membrana tiene como una capa de goma que apretan las teclas al pulsar, pero en un teclado mecánico cada tecla tiene su muelle y pequeño mecanismo. Al darle la vuelta a ese teclado mecánico había conseguido que todas las teclas estuvieran como apretadas (en este momento había unos cien muellecitos encogidos) al sacar la tapa, los cien muellecitos soltaron un suspiro de alivio y soltaron toda la tensión acumulada. Era como un geiser de teclas, muelles y piezas varias. En un momento piensas dos cosas: 1. ¿Como le explico esto a todos los que han visto esta explosión de luz y color? 2. ¿Cómo vuelvo a montar yo todo esto?
Me giré con la mejor cara de niño bueno que pude poner, vamos que me faltó solo poner los ojos vidriosos en plan manga y sin decir mucho más me tiré al suelo a recoger muelles y teclas. Cuando recogí todo lo que vi me di cuenta de algo importante, no recordaba la disposición de las teclas. Colorado de vergüenza tuve que ir a pedir otro teclado para ponerlas en el mismo orden, en estos casos se aprecia muy poco la originalidad y la creatividad.

Alguna que otra historia recuerdo, pero mejor otro día que si no, no volvéis.

29 noviembre 2007

Si galleteas no conduzcas

Aviso:
Mientras comes galletas de barquillo rellenas y cubierta de chocolate
conduce con precaución. Es tu responsabilidad.


Yo se porque me lo digo.
Cierto verano íbamos en coche camino a Navarra, tierra de vinos y cogollos. Antes de salir habíamos pasado por un Lidl para prepararnos sicológicamente para el viaje. Compramos una bolsa de galletas surtidas de las que el 75% es la misma galleta repetida (suele suceder que es la mas sosa del paquete).
Al ir pasando las horas el hambre empezó a manifestarse en mi interior en forma de molestia que creciendo se convirtió en una sensación del todo desagradable. Mi mujer galletas en mano me ofreció una galletita de barquillo cubierta de chocolate. Como yo soy un conductor aplicado fui a cogerla sin desviar la vista de la carretera y si frontalmente tengo una vista privilegiada, elfo me llaman, por el rabillo del ojo es para echar cohetes. Calculé mal las coordenadas de la galleta y la velocidad a la que se acercaba, en un movimiento imprudente mi mano colisionó con la galleta y en mitad del atestado la galleta saltó de entre los dedos de mi mujer y describiendo una parábola en cámara lenta la galleta acabó rodando bajo mi asiento.
Teníamos una bolsa de unos tres quilos de galletas, pero las relaciones más complicadas siempre son las más deseadas, así que lo mismo se me olvidó que estaba conduciendo y me lancé por la galleta que estaba a punto de perder. Me agaché a por la galleta y en ese momento de la nada vino un aparejador de obras, un equipo de albañiles y varios camiones de fomento. Cambiaron la carretera y pusieron una curva donde antes solo había una recta. Tuve tiempo suficiente para levantar la cabeza y apreciar en toda su grandeza como tomaba la culpa como Hamilton entrando en boxes. Hice un recto (no es que hiciera un culo, sino que no hice la curva) me pasee el suficiente rato por arcen, tierra, monte (en este orden) como para poder oír como reventaba la rueda.
¿Soy yo solo o cuando me voy para dos días parece que me vaya a mudar de casa, pero llevándome hasta los sanitarios? Pues imaginad como iba para pasar diez días comiendo cogollos.
El que diseño donde poner las ruedas de recambio era alguien que, primero, no tenía pensado cambiar una nunca, y segundo destilaba mala leche por todos sus poros. En mi Golfito Gti la rueda estaba escondida bajo un falso suelo en el maletero. Mi mujer estaba muda, supongo que el pase de sus diapositivas estaba pasando más despacio que el mío. Yo había visto las diapositivas de mi vida, de lo que podría haber sido, había hecho un comentario de texto y analizado las frases sintácticamente.
Al bajar del coche caminaba con la firmeza de un flan de gelatina que ha estado poco tiempo en la nevera. Fue dar dos pasos y como si fuera Aquiles contra los dioses, el cielo se nubló y rompió a llover. Aquí ya fui irreprimible, todo yo era una maldición contra el mundo. Saqué todo del maletero, ya había costado meterlo ahora para sacarlo lo estaba haciendo con la delicadeza de La Masa atravesando paredes.
Saqué la rueda, unos tubos, los antirrobos de las tuercas (en mi barrio hay que ponerle antirrobo hasta a las pegatinas del burro) y un hierro doblado que ponía que era el gato. No se si era la lluvia, los nervios, la mala leche o la conjunción de planetas que montar el gato en ese momento se me antojaba como hacer el cubo de rubik con los pies.
Aflojé las tuercas de la rueda, conseguí montar el gato y levanté el coche. Acabé de sacar las tuercas, cogí la rueda con mis fuertes manos y tiré de ella. Oí como se rasgaba algo, podía ser mi pantalón, mis lumbares, alguna otra parte de mi cuerpo.
La rueda debía tener alguna otra tuerca escondida que la mantenía unida al eje. Estuve buscando un rato sin mucho éxito. Entonces lo achaqué que lo mismo no había estirado suficientemente fuerte (cosa que no era de extrañar), así que respiré hondo, aguanté la respiración, me afiancé los pies en el suelo y tire la rueda con todas mis fuerzas. Y se salió, se salió una clavícula y parte del omoplato. En este momento el nivel de frustración y cabreo que me hubieran podido acribillar a tiros y no me habría enterado hasta que hubiera resbalado en mi propia sangre.
Decidí llamar a la compañía de seguros y lo tipico:
- Hola mira que he reventado una rueda y … no…. soy … capaz de … cambiarla… - cada vez más bajito
- Perdone
- QUE HE REVENTADO Y NO PUEDO CAMBIAR LA RUEDA
- Digáme donde se encuentra
- En la carretera de Zaragoza a Navarra
- El numero
- Es la NA-235
- No me viene la NA-235
- Estoy delante de un tocón que pone NA-235
- Me viene que la NA es la que va de Huelva a Granada
- … Seguro NA son las siglas de Granada, es que son unos cachondos estos de trafico – Busque busque que seguro que le viene
- Si mire ahora sale, ahora le mando un mecanico con grua.
- Que sea fuerte
- Perdone
- Que gracia

Como la de compañía no está bajo la lluvia, con el equipaje sobre el barro con la impotencia de ver que hay una rueda sin sujeción aparente que no se quiere mover, prisa no tiene. Mientras esperaba paró una furgoneta lila con flores en los lados y tablas de surf en el techo. Por un momento llegué a pensar que había viajado en el tiempo. Cuando se bajó el hippy 1 estuve tentado de saludar diciendo “paz” mientras hacia la V con los dedos índice y corazón. Me preguntó si necesitaba ayuda, pero como yo he visto muchas películas de asesinos mata jóvenes que van en furgonetas lilas con flores en los lados le dije que no se preocupara que en un momento vendría el mecánico de la compañía.
Al cabo de un rato se paro un Land Rover de la Guardia Civí. Se bajaron dos hombres de verde y barrigas prominentes, ambos con bigote. Vamos que si me llega a decir eso de “se sienten …” yo me lo creo e iniciamos un golpe de estado desde la tierra de los cogollos.
- ¿Que te ha pasado chavá?
- Mira que me he salido y he reventado
- No irías muy fuerte
- Nooooo – En esto que me fijo en el lateral y estaba todo verde con ramas y resto de césped – aunque lo parezca en realidad no iba a mas de 60.
- Y por que no cambias la rueda
- Por… por… porque no soy capaz de cambiarla. – Ale ya lo he dicho
- Venga vamos a ayudarte
Los dos buenos hombres empezaron a pegarle meneos a la rueda. Hubo momento en que dudaba si querían cambiarla o volcar el coche. Al cabo de una media hora el bigote 1 me dice.
- Esa rueda no esta bien. No se puede quitar
- No sabe usted lo que esto me tranquiliza
- ¿El qué? ¿Saber que no se puede quitar?
- No, el ver que ustedes tampoco la pueden quitar.
En esto y cuando solo hacía como una hora y media que estabamos bajo la lluvia llegó el de la compañía.
- A ver esa rueda
- Hola
- Y la rueda
- Bajo el coche

Levanto un poco más el coche, hizo un timido intento de sacar la rueda. Yo miraba como quien ha puesto una trampa y esta esperando que caiga el pobre infeliz. Tras el intento da un paso atrás y le mete una coz a la rueda que hubiera hecho que un burro le pidiera clases para perfeccionar sus coces.

Del meneo que le dio tembló el coche, temblé yo, creo que la tierra varió un poco la orbita y la rueda tuvo un momento de indecisión y al final cayó al suelo. En los siguiente noventa segundos tenía la rueda de repuesto montada.

Por esto mismo os aconsejo a todos: No os agachéis a buscar galletas aventureras mientras conducís, las carreteras son traicioneras. Además por muy cara que sea una galleta un par de ruedas nuevas (porque nunca te cambian una sola, siempre es en numero par) sale bastante más caro.

21 noviembre 2007

Dulces sueños

Dormir es complicado, al menos para mí. No es que me cueste dormir, yo no me duermo, es como si me desmayara, paso de despierto a dormido en tiempo record. El problema viene una vez que ya estoy en estado de “stand-by”.
Soy sonámbulo, bueno soy un sonámbulo vago, porque andar, lo que se dice andar solo lo hice una vez, lo que más hago es tener conversaciones fluidas y del todo incoherentes y ponerme en posiciones extrañas, sigo hablando de dormir.
Por ejemplo he tenido relaciones complicadas con mis despertadores. No deja de ser un problema cuando aprendí a apagar el despertador estando dormido. Me cambié de despertador, más que nada para ver si representaba algún desafío intelectual para mi subconsciente si era capaz de aprender como apagarlo. El nuevo despertador tenía una pestaña que si apretabas una vez se activaba la alarma y si apretabas una segunda vez se quitaba. A este despertador le encontré una utilidad mucho más graciosa, sobretodo para mi mujer, me semiincorporé y con el despertador en mis manos empecé a darle a la pestañita sin parar, tras unos momentos de clic-clac-clic-clac- clic-clac-clic-clac mi mujer me lo quitó de las manos sin apreciar el juego que se había inventado mi subconsciente.
Mantuve este despertador un tiempo, pero lo mantuve lo suficientemente lejos como para no poder cogerlo. Un problema vino una noche de esas en que te desorientas. Nuestra cabeza es muy rara y de tanto en tanto te despiertas en mitad de la noche con la certeza de que han cambiado los muebles, la puerta y las ventanas de sitio. Pues una de esas noches me despertó el engendró con campanas del demonio y en mi desorientación apagué a mi mujer, esto se hace dándole una manotazo en toda la cabeza (no se puede considerar maltrato porque no era yo, era mi desorientación), una vez más mi mujer no supo apreciar en toda su grandeza el problema de desorientación y me hizo saber que no volviera a darle manotazos en la cabeza mientras dormía porque era del todo molesto.
Tras estos dos episodios el despertador desapareció, he de entender que mi mujer le invitó a abandonar la academia, aunque no volvimos ha hablar de él, como si nunca hubiera existido.
Pero los despertadores no son mis únicos enemigos nocturnos, el peor soy yo mismo. Cierto día mi mujer se levantó al baño y mi subconsciente tomó posesión de mi cuerpo, lo levantó, le hizo correr hasta la puerta del lavabo y quedarse de pie como un pasmarote. Cuando mi mujer salió del lavabo, según cuentas testimonios presénciales, se asustó ligeramente y las transcripciones de las conversaciones de ese momento son las siguientes:
- ¿QUE HACES EN LA PUERTA DEL LAVABO?
- Nnnnnnnno mmm... seeee.. teeeeeengo sueño
- Vamos a la cama
- Es que teeeengo tanto sueño
- Pues no te levantes leñe que un día de estos me matas de un susto
- Que sueeeeeeeño

Claro yo no recuerdo nada, pero es lo que tiene el subconsciente.
Otro día decidí que la almohada no era suficientemente comoda así que coloqué la cabeza sobre la mesita de noche. ¡Que pasa! Hay gente que deja los dientes y yo también, solo que los dejé con envoltorio. Una vez más no fue de forma consciente, fue el subconsciente que en mi caso es un cachondo. Cuando me vio mi mujer, que ya está curada de espantos, se levantó me cogió la cabeza, que todavía seguía unida al cuerpo, y me la colocó sobre la almohada. Al día siguiente me quejaba yo de dolor de cervicales. Ya de pequeño me pasó algo parecido. Yo me movía mucho en la cama. Dormía en una cama nido de esas, y no porque estuviera echa de paja y plumas. Bajo mi cama tenía dos grandes cajones con los juguetes. Cada noche yo tenía que separar la cama de la pared. En un movimiento digno de Houdini hice un quiebro y me caí dentro del cajón cayendo por el agujero que quedaba entre la cama y la pared, pero seguí durmiendo placidamente sobre una caja de tente. Al despertar creía haber ido al cielo de los niños buenos, todo rodeado de juguetes, el susto se lo llevó mi madre cuando al abrir el cajón le salió un niño (no me consta que se plantearan guardarme en el cajón todas las noches)
Ahora me quejo de que me levantó cansado y la verdad… no se de que me quejo.

03 noviembre 2007

Mantengase fuera del alcance de los niños

Los niños me "encantan", basicamente me encata que los tengan los demás. Yo nunca fui muy niñero, ni cuando yo era un niño era niñero. Era lo que se llama un niño viejo. A mi me preguntaban: "¿no te gustaría un hermanito?" y yo contestaba: "si pero que sea gemelo". ¿Un pelín repelente? quizás.
El caso es que hace poco pudimos ir con unas parejas de amigos que ya han cumplido su labor con la sociedad aportando pequeños diablillos.
Lo primero que llama la atención es la capacidad de los niños para escurrirse, es como pescar anguilas con las manos desnudas. Tu llevas un niño de 3 o 4 años en brazos, el tio ve el suelo y a otros congeneres bajitos y empieza a patear, empujar, se nota que no piensan demasiado. Si pensaran se darían cuenta de que están a una altura que les dobla la suya propia, si a mi me levantan del suelo 4 metros tú no te preocupes que ya me cuidaré yo mucho de facilitarle al que me cogiera el que me tuviera no vaya a ser que me suelte. Pero ellos no, desafiando la muerte se tiran de cabeza contra las piedras la suerte que tienen es que las piedras se apartan, los niños son pequeños Atilas, allí por donde pasan no vuelve a crecer la hierba, ni vuelven a aparecer los perros, ni vuelven a estar las paredes blancas.
He de decir que normalmente yo no cojo un niño en brazos salvo que se haya caido y haya de devolverlo a la posición vertical para que siga corriendo. No los cojo embrazos porque no sé. Yo necesito que las cosas tengan asas, mangos, o algo parecido para izarlos, y los niños no traen nada de eso, es más tu los coges de los brazos y aparece alguien que te dice: "NOOOO de los brazos no que los tiene ternitos" como si tuviera pensado comerselos y tu se los fueras a estropear.
Además cuando te juntas con un amigo que tenga nenes te das cuenta de que mantener la amistad va a costar un rato, porque hablar con ellos es todo un desafío al intelecto, vamos que leer a Purcel es más sencillo. Tu hablas con un amigo con niños y la conversación va mas o menos así:
- Bueno y ¿que tal te va la faena? ¿Todavia sigues en la empresa aquella de metales?
- Si, la verdad es que NO CORRAS, VEN AQUI...
- ...
- Ah si los metales, los metales NO TE LO COMAS
- ... no suelo comerlos
- SUELTALO el trabajo bien. VEN AQUI... A LA UNA... A LAS DOS... y ¿tú que tal?
- Bueno pues ahora trabajo de sicario para un cartel colombiano de narcos, esta mañana mismo he tenido que matar a uno - le puedes contar lo que quieras que la respuesta siempre será.
- Que bien, aprovecha ahora que no tienes hijos.
Estar con tantos niños me hizo pensar cuando mi sobrino era pequeñin. Cuando lo conocí no era mi sobrino todavía, es el sobrino de mi mujer. Pero bueno el caso es que fui viviendo las etapas más curiosas de los niños como el "del porqué". Tu lo llevabas en tren y salía la voz de "Proxima parada Maçanet-Maçanas" y el comenzaba el interrogatorio de la inquisición "¿Que es esa voz?¿Como sabe la estacion que viene?¿Va sentada delante?¿Como se llama la mujer?" y acabas contandole que la señora se llama María, felizmente casada con el conductor del tren y con tres hijos que eran los revisores.
Aunque lo mejor era la discreccion que tenía, tu te lo llevabas a comprar ropa y se quedaba de pie delante de la dependienta (especialmente si tenía el pelo rizado) y mirandola fijamente le decía:
- Eres muy guapa, ¿quieres casarte conmigo? ¿Quieres ser mi novia? ¿A que es guapa? - y me miraba él, me miraba la chica sabiendose guapa y yo me ponía como una farolillo de feria.
- Sisisisisi, vamos a la sección donde despachen hombres.
Una cosa curiosa es la la manía de catador compulsivo que tenía, tu le dabas algo de comer y en vez de llevarselo a la boca se amorraba para poderlo oler. Si el olor no le convencía, nada que te lo comieras tu si te hacía gracia. Pero si iba por la calle y pasaba alguien con colonia alla que se iba a olerlo, era como el del perfume, eso si sin matar a nadie.
Interesante era verlo cual pastillero de discoteca bailando el "Ettati Ettano" (Extasi Extano) culpa de su tia que le introdujo en senderos de la maquina y ya cuando has bailado el Ettati Ettano ya era capaz de bailar hasta la musica del telediario.
Viendo todo esto todavía me sorprendo que haya gente que me pregunte porqué todavía no tengo churumbeles, ahora ya podré darles la direccion del blog

24 octubre 2007

Los kevines

Ayer se produjo una conjunción de planetas. Por una parte la entrada intentando responsabilizar del uso responsable de los tops, por otra parte escuche hablar al chico ese que le arreó una patada a una pobre chica en el metro. Todo esto me hizo pensar en que las jennys tienen su correspondiente masculino, que son los kevines.

Estoy seguro que alguno pensara: “no son kevines, son richals”. Eso es cierto en parte, los richals crecieron y se casaran con una generación anterior de jennys y fruto de su amor nacieron los kevines.

Si uno tiene la oportunidad, como en mi caso, de poder ver en libertad a manadas de kevines y jennys se da cuenta de que estamos hablando de una especie de homínido diferentes. Algunos han sido puestos en cautividad y solo se pueden ver en pases de fin de semana, permisos especiales o en caso de que seas una jenny en permisos vis a vis. Aunque estoy convencido de que los kevines están cortados a patrón y las mismas características se repiten en un
lugar tras otro de la geografía de la península, hay características que desarrollan para adaptarse a su ambiente. Por esto mismo yo hablaré de los que se pueden observar en mi barrio.

Los kevines son gregarios, esto quiere decir que viven por y para la manada. Normalmente
habitan en los peldaños de entrada a los bares, nadie se molestó en explicarles que el bar es desde la puerta hasta la barra así que ellos normalmente se sientan en los peldaños de entrada y hablan (siendo generosos se podría decir que los sonidos que emiten es hablar). Normalmente un kevin independientemente de la época del año va a pecho descubierto mostrando unas cadenas de oro que bien podrían servir para como correas para elefantes. Colgando de las cadenas
podemos encontrar cabezas de Cristos redentores sangrantes, medios corazones a escala 1:1 con un corazón normal, una K inmensa (K de Kevin) y no pocas veces están estas tres cosas juntas.

Un kevin es peligroso cuando esta compañía y cuando harellenado su cuerpo de cerveza. El cuerpo de un kevin adulto es capaz de absorberuna gran cantidad de liquido, siempre que este tenga algún tipo de graduación. La época de mayor actividad bebedora está comprendida entre Septiembre y Mayo, coincidiendo con la temporada de futbol. Además un kevin adulto prácticamente nunca camina, se desplaza en Hyundays Coupe, o en cualquier otro coche al que se le pueda tunear hasta la antena de la radio. Los kevines no arrancan su coche, su coche nunca se para. Ya pueden estar tres horas en el bar que el motor ha de estar encendido y la radio puesta a lo que da. El inicio del movimiento de los kevines en sus carros implica un gasto medio de unos 30€ en gomas de neumático gastados en el asfalto.

Ahora me surge la duda, cuando las jennys y los kevines tengan descendencia ¿Qué serán? Estoy casi convencido de que si son hembras posiblemente se trate de una nueva generación de jennys pero y ¿en el caso de ellos? Sólo el tiempo o algún lector me sacará de dudas.

PS.: Pido mil disculpas a los Kevin y Jennifer que por las carambolas del destino, el devenir del tiempo y el gusto de sus padres tengan estos nombres y no sean como he descrito en estas dos ultimas entradas.

23 octubre 2007

Campaña por el uso responsable de los tops

Nada más lejos de mis intenciones ahora hacer pasar un experto en moda, ni siquiera en buenas maneras. Partiendo de la premisa de que como casi siempre voy ha hablar instalado en la ignorancia más absoluta, quiero hacer un llamamiento por el uso responsable de los tops.
Estoy convencido de que el buen hombre que inventó los tops lo hizo con la idea de estar creando una prenda interior de vestir pero con todo el lio este del cambio climático vinieron las calores y las mangas fueron las primeras sacrificadas en esta singular lucha. El problema que tienen los tops es que su ausencia de mangas no es su única caracteristica, una de las principales que tienen es que son cortos.
A la cortura de los tops hay que añadir que los pantalones hoy vienen sin tiro, vienen con tirin. Así que desde que acaba el top hasta que empieza el pantalon es posible encontrar una zona descubierta. Dejamos esta idea aqui, más tarde la retomo.
Yo vivo en un barrio guay, ya hable yo de las cuestas y en parte de la gente. Continuando con esta descripción mi barrio esta poblado de Jennys, no descubriré yo ahora a este especimen solo diré que son atermicas, no tienen frio ni en un glaciar. Así que los tops se convierten, junto con los pantalones adidas, en su unica vestimenta. Un pantalon adidas es facilmente arremangable y no siempre por las perneras, no pocas veces me las encuentro con la cintura arremangada hasta mostrar la zona donde se deberían ver los huesos de las caderas, y fijarse todo el mundo que digo deberían, ese el problema.
Ahora juntamos los temas y tenemos que por una parte tenemos un top hecho de lycra, un pantalon de chandal arremangado y una Jenny. Una Jenny que esta inconmensurable embutida en su ropa super fashion. El top no puede contener tanta humanidad y no es que se le ve la tripita, el ombligo, los huesos de la cadera, es que la barriga se le desborda, el ombligo es un crater que tiene gravedad propia. Unos brazos como cuellos de bueyes flanquean esos fornidos cuerpos.
No quiero ser yo quien impida a nadie que se ponga ropa comoda pero quiero invitar a una reflexión. Cuando me entran ganas de comprarme camisetas ajustadas me miro mi abdominal y pienso "mejor no". Jennys del mundo ¿realmente creeis que un top realza vuestra belleza?
Aunque no hay nada peor, nada en el mundo, pero nada nada, que una Jenny subiendose a una moto. Es sentarse en la moto, en algunos casos tienen un michelin espaldero. Pero el momento cumbre es cuando sus posadoras tocan el sillín, el top sube, el pantalón baja movido por presiones solo comparables a la deriva continental y se muestra. Se muestra lo que no se debería ir mostrando, al menos no así. Tu vas en el coche tranquilamente y en un semaforo te adelanta un culo. Por que es así, es un culo con ruedas que te adelante, no se ve nada más.
Desde esta humilde ventana al mundo invito a las Jennys a un debate abierto a ver que me cuentan.

17 octubre 2007

Proyectos

Proyectos. Todos tenemos de eso. Tenerlos es gratis, conseguirlos puede resultar bastante caro. El caso es que tengo uno. Uno grande.
Muchas veces ya he comenzado a escribir, en blogs, en blocs, en libretas de anillas y tantas veces como comencé abandoné de forma cobarde arrinconando las libretas, arrancando las hojas o perdiéndolas directamente en el fondo de mi memoria y en el fondo de mis cajones.
Ahora siento que es diferente, por primera vez no me he metido en un proyecto ambicioso, no quiero hacer algo que requiera una gran investigación ni quiero convertirme en el próximo Pérez Reverte (me sale una barba de pena), solo quiero escribir por el gusto de escribir algo que le guste a alguien aunque solo sea a mi mujer y mi madre. Si sigo con esta mentalidad lo acabaré aunque solo sea por orgullo.
Por primera vez también se como empieza, como discurre y como acaba. He hecho fichas de los personajes, por lo menos de los principales y tengo la historia.
Mi ilusión que viniera Planeta, Dolmen, Seix Barral, Barco de Vapor o la editorial del Teo Desayuna y me lo publicara sin que implicara que yo me gastara dinero, ver mi libro en una tienda aunque sea al lado del libro de autoayuda del Dioni tiene que ser una satisfacción parecida a comerse un pollo con los dedos.
Pero una vez más estoy corriendo mucho, por le momento lo principal es ser ordenado y tenaz (por no decir cabezón) y escribir todos los días.
Que dedique mi neurona a desarrollar la historia implicará que cuando le pida que piense algo para el blog lo mismo comunica, prometo ir explicando mis avances y que haré precios especiales a los lectores que ya me habéis soportado durante ya casi dos años.
Para que nos aburráis mucho en mi ausencia neuronal os recomiendo que os leáis lo que escribí antes de los dolores, en las primeras entradas y le echéis un ojo a mis aventuras de hoy y de siempre.


Grasias de antebraso


15 octubre 2007

Disculpas

Aprovecho mi vuelta para disculparme por mi larga ausencia. Llevo un tiempo más espeso que una papilla de maicena, intentaré escribir pero la verdad que no prometo nada.

Malas personas

Hasta ahora estaba convencido de que las malas personas eran como las meigas, yo no las conozco pero haberlas haylas, pero ahora que el odio asesino ha abandonado mi cuerpo puedo decir con la tranquilidad que dan tres Diacepanes que he conocido una mala persona de verdad. Ahora en la distancia haré un pequeño análisis.
En realidad las malas personas no son malas en sentido puro, la maldad en ellas es como el trozo de lechuga entre los dientes, todo el mundo, incluidos los perros, te lo ven pero uno vive ajeno a este adorno. Ellos no son conscientes de su maldad, aunque con ella harían palidecer a Herodes. El origen de su maldad tiene que venir de su crianza, o de la ausencia de ella vamos, es como si les hubieran explicado todo con libros sin fotografías. Así les va, que no saben reír por ejemplo, esto no sería un problema si no lo intentaran. Mi malo particular tiene este problema, se ríe como si le hubieran implantado cuatro molares más por lado, uno no es capaz de entender la expresión “risa sardónica” si no lo ha visto a él. Es la típica risa que esperarías de Brutus mientras retorcía la daga en la espalda de Cesar mientras dice: “Nada más lejos, con esta acción mía que provocarte algún perjuicio, y si no fuera así ruego me disculpes.” Pues este es igual, vamos que nada más le falta decirme: “Mira he conseguido que trabajes ochenta horas semanales, pero no me lo agradezcas por favor si no ha sido nada” Y justo después suelta la sonrisa. Normalmente una sonrisa tranquiliza, una sonrisa hace amable un rostro, en su caso una sonrisa provoca un nerviosismo y un malestar. Si te pilla con mal cuerpo es como comerse cuarenta “Smints” de golpe, te da unas cagaleras. Es la primera vez que una sonrisa podría ser considerada un arma.
Después estaría el trato exquisito, no se puede decir que sean estupidos o maleducados, es más se podría decir que son educados en extremo, una educación que no es que levante una barrera alrededor, levanta un muro y cava un foso alrededor. En su caso la educación ante todo, sobre todo cuando se te acerca y tienes la impresión que te está diciendo: “¿Recuerdas el puñal que te clavé antes? Mira es que encontré un poco de sal y me dije, ‘que mejor que echarle un buen puñado en la herida mientras orino en ella’” (siento la imagen escatológica)
¿Qué me pasa entonces? Que cuando trato con ellos me pongo nervioso, tartamudeo, hablo como el Ozores en sus tiempos mozos y encima parezco imbécil.
Una vez conoces a uno de estos te dan ganas de robarle una isla a Ronaldo y alejarte de la sociedad, porque uno desearía con las fuerzas que se desea un lavabo después de un litro de cerveza, que solamente hubiera una persona así por planeta, pero la triste realidad es que son una plaga, sin ir más lejos está demostrado que lo acabó con los dinosaurios fue uno que no sabía sonreír.
Como resultado de mis divagaciones quiero dejar un mensaje a los padres del mundo, aseguraos que los libros con que educáis a vuestros hijos tengan fotos.

17 septiembre 2007

Conducción



Leo en las noticias que España e Italia son los dos países que más han reducido el número de accidentes. Antes ya desconfiaba de los periódicos gratuitos pero ahora es que ya me los leeré como si fuera “el Jueves”.
¿Alguien que haya conducido por Italia puede decir que se pongan algo de su parte para reducir los accidentes?
En mi periplo italiano, conduciendo el micromachine que alquilé por sus carreteras, comprendí porque las carreras de cuadrigas se inventaron allí. En Italia se debe aprender a conducir jugando al “Need for Speed” o viendo películas como “Too Fast too furious”. Ya me imagino las clases de teórica en la autoescuela: “Cuando el semáforo se ponga rojo ustedes deben pisar el embrague a fondo y acelerar mientras miran desafiantes a los coches de alrededor. Al pasar a verde suelten embrague y aceleren hasta que les de una rampa en la pierna de la fuerza”, bueno todo esto en un perfecto italiano.
Por si alguno le apetece ir le explico un par de cosas que son diferentes de la conducción en España.
1. Las líneas continuas no impiden adelantar. Aquí en España estamos cargados de puñetas. La línea continua se puede pisar porque no se rompe, es más al traspasarlo no se sufre ningún castigo divino instantáneo. Por esto mismo se puede adelantar aunque la visibilidad sea nula, llueva, sea de noche y circules sin luces. Los coches italianos están preparados para colisiones frontales.
2. Los semáforos en rojo no obligan a pararse. Un semáforos en Italia siempre están en verde, lo que sucede es que hay tres tipos de verde, un verde claro, un verde anaranjado y un verde rojizo, pero verde al fin y al cabo. Si te despistas y te paras cualquier vehículo que te siga se sentirá en la obligación de hacerte notar tu error pitándote hasta que se le rompa la bocina.
3. Cada coche Italiano incorpora la señalización de la velocidad máxima de la vía. Esto está en el cuadro de sobre el volante, una de las esferas, donde pone “kmh”. La velocidad máxima es el último número que hay a la derecha.

Si los italianos han reducido el número de accidentes será por gracia divina, eso o es que yo no supe ver la “buena conducción” que demostraban.

Hipocresia

Exageráis la hipocresía de los hombres. La mayoría piensa demasiado poco para permitirse el lujo de poder pensar doble.

Marguerite Yourcenar

14 septiembre 2007

Uñero

En los últimos días, hablando con un par de amigos, he recordado la única vez en mi vida que me han remendado en un quirófano. Os pongo en antecedentes.

Erase una vez un dedo gordo del pie izquierdo que decidió engordar. Una uña mal cortada se cruzó en su camino, la uña resentida al crecer decidió que una buena forma de enseñar una lección era clavarse en la carne que la rodeaba. El dedo se puso con obesidad mórbida y de un color como si le hubieran dicho un par de piropos ruborizantes. Además que el roce de una pluma
provoca las más altas cotas de dolor. Yo como soy todo un machote y le tengo un miedo atroz a los médicos evité en lo posible dar muestras de dolor, así que iba llorando por las esquinas. Pero llegó el día en que andaba como Charlotte solo apoyando el talón y mi dolor solo podía pasar desapercibo ante un gato de escayola.

El médico de cabecera dijo que eso era un uñero y me mando a un sitio donde me harían una pequeña operación.

Llegó el día de la operación, yo no tenía un dedo tenía un botijo lleno de… bueno de lo que se llenan las heridas infectadas (que no quiero ser escatológico). La sala de espera era un poema, comparándola con una sala de espera de un dentista esta última sería una fiesta rave. Entró una chica y al poco rato salió andando prácticamente normal, con la cara blanca como el yeso pero andando. Eso me tranquilizó.

Llegó mi turno.

Entro en la sala, y un hombre enmascarillado me manda quitarme zapatos y calcetines, subirme el pantalón y tumbarme en una camilla. Antes de continuar hago un llamamiento por si hay entre los lectores alguno de los que se enmascarillan en los quirófanos: Frenad las camillas. Cierto es que no soy muy habilidoso, pero si enciman no le traban las ruedas a la camilla al
hacer el esfuerzo de salta encima, la camilla se mueve y se corre un riesgo real de partirse los riñones contra las escaleritas de metal que te ponen para subir. Además yo que soy duro de oído hice lo que me dijo el hombre pero no en el mismo orden, primero me subí, una vez que estaba boca arriba empecé a mover cual tortuga panza arriba intentando quitarme zapatos y calcetines. Es lo que tienen los nervios, que te hacen comportarte como todo un tonto profesional.

El enmascarillado se acercó a mi, me puso como una especie de cortina para que no me viera el pie.

- Ahora te pondré la anestesia. (Mira ahora me va a retransmitir la operación, espero que no sea como los partidos de la Sexta)
- Bueno. – Creo que no esperaba mi bendición para empezar.

Al momento de pincharme escuche un crack, un “mierda” y se me mojó el pie. Cuando estas tumbado en una camilla en un quirófano nadie nunca debería escuchar un “mierda” del médico que tiene que operarlo.

- Se me ha roto la aguja de la anestesia, ahora te pondré otra.

Segundo intento de ponerme la anestesia y un segundo “mierda”.

Escuchar uno es malo, escuchar dos es para decirle que prefieres ir al veterinario.

- Se ha vuelto a romper la aguja, pero me parece que ahora ha entrado más.

Señores enmascarillados quiten de su vocabulario la frase “me parece” en ese momento una persona empeñaría el piso por un poco de seguridad y “me parece” transmite la misma seguridad que un mono barbero afeitando con una katana.

Esperamos diez minutos:

- Vamos a comenzar, si te duele me lo dices.

Clavo el bisturí, escalpelo, cuchillo jamonero...

- AAAAAAHDUELEDUELEDUELEAAAAAHDUELEDUELE

- Bueno pondremos un poco más de anestesia.

Ahora cualquiera podría decir que palabra vino después del tercer intento anestesístico. Exacto el tercer “mierda”. El pie me chorreaba anestesia, a todo esto gracias que no era cloroformo porque si no tendría un cirujano tumbado a mis pies.

- Vamos a seguir. Si te duele avisa.

-AAAAAAAAAAAAAAH

-Ahora no puedo parar. Esto va a durar diez minutos.¿Quieres algo para moder?

- Eing?

-Manolo ven y cógele de los hombros

Apareció enmascarillado dos y me cogio por los hombros como si quisiera unirme a la camilla de forma indisoluble. Lo siguiente que sentí fue un dolor, uno solo, un dolor de esos que te sube por toda la columna tensandola como si fuera a tocar un solo de violín. Si hubiera podido pensar hubiera acusado a la madre del cirujano de comerciar con su cuerpo o algún otro improperio del todo innecesario e injusto hacia sus familiares, pero en ese momento el cerebro está disfrutando del glorioso momento de liberación de endorfinas provocadas por un dolor intenso. No hay sitio para pensar, bueno miento, solo se piensa en “DUEEEEELEEEEEE!!!!!”.

No grité y solo solté una lágrima. Cuando uno llora en plan anime, con ríos de lágrimas resbalando por las mejillas, no es preocupante.

Pero si ves a alguien con la mandíbula tensa y suelta una lagrima gorda como una naranja entonces te puede empezar a dar pena.

Cuando noté que cosía dolía pero sentí un alivio. Salí andando del quirófano (para qué darme una silla de ruedas). Le di un nuevo sentido a eso de estar pálido, desde ese momento yo creo que sale mi foto en la definición. No quise dar explicaciones y salimos a la calle, fui incapaz de dar más de dos pasos y acabe dentro de un taxi. Lo bueno de todo esto es que no tuve problemas cuando se me fue el efecto de la anestesia, como no me pusieron.

13 septiembre 2007

Vacaciones Part II

Tras unos días tranquilos visitando toda la Toscana en el Micromachine que alquilamos llegó el día de la vuelta. Las aventuras en el aeropuerto de Barcelona quedan en nada en comparación con el de Pisa, pero no avanzaré acontecimientos.
Primero quiero que conste en acta que nosotros estábamos alojados en San Gimignano, un pueblo muy bonito y muy lejos de todo, había veces que estaba lejos hasta de si mismo. Nuestro vuelo salía a las doce de la mañana, yo calcule que tardaríamos una media hora en llegar desde San Gimignano hasta Pisa. ¿Cómo lo calculé? Pues básicamente mira la posición de la luna, la velocidad del viento y dije media hora como podía haber dicho tres días. Es como cuando dices “Llego en cinco minutos” cuando sabes de sobra que te queda mínimo treinta. El caso es que nos montamos en el micromachine con el sentimiento ese que te viene cuando se acaba un viaje, monto el GPS, marcó la dirección de destino (estando parado eh!, que no quiero multas), y me sale tiempo estimado 1h 35m. Pocas veces tres números me habían preocupado tanto, en el momento que ví el GPS faltarían unos diez minutos para las diez. Tenía dos horas para hacer el viaje, llenar el depósito del coche, devolver el coche, que me hicieran un cheque para la devolución de la fianza del coche, pelearme porque no me querían hacer el cheque, facturar las maletas, pasar los controles policiales, montarme en un avión. Yo no se mucho de aviones pero me habían dicho que no es como el metro, tu no puedes ir corriendo por la pista haciéndole señales al piloto y que te abra la puerta en el último momento.
“Corre como el viento” susurré donde suponía que debería tener los oídos el micromachine. Respondió y corrimos por valles y colinas, campos y huertos. Todo iba bien hasta que llegamos a la entrada de Pisa donde había caravana. Pero de pronto los coches que estaban enfrente de mi comenzaron a apartarse al arcén. Desde la separación de las aguas del mar Rojo no ha habido nada más espectacular. Al ir adelantando a los coches todos me dedicaban miradas de esas que se utilizan para mirar a quien ha apostado todo tu dinero al único caballo de tres patas de la carrera. Algo me hacía suponer que no es que se notara que iba apuradillo de tiempo, lo mismo la ambulancia que venia echando luces, un ruido infernal, pisándome los talones tenía algo que ver… El caso es que con ambulancia o sin ella conseguí avanzar lo suficiente hasta la salida de la gasolinera, al llegar estaba cerrada, con su cadenita toda mona ella barrando la entrada.
Fui corriendo a otra gasolinera que me indicaba el GPS, dejo el coche en un surtidor, no había nadie para atender. Habían incrustado el lector de tarjetas en el surtidor, era autoservicio total. Marco la cantidad, meto la tarjeta y… “Tarjeta no conocida”. Hice todo lo posible por presentarle la tarjeta pero no se quisieron conocer. En este momento decidí que mandaría la gasolina a un sitio húmedo y calentito de mal olor.
Vuelta a la caravana para devolver el coche. Llego al stand de los micromachines, le digo en mi super ingles que el coche está mejor que cuando lo hicieron salvo que no tiene el deposito lleno. El chico me dice que claro que si no tiene el deposito lleno no me puede devolver el dinero en cheque que deje en fianza porque no saben cuanto se gastarán en llenarlo. YO había dejado en fianza quinientos eurazos, que eso son quinientos motivos para debatir un poco en todos los idiomas que conocía para que me devolviera el dinero.
Pero el chico me miraba como el sapo que sabe que quieres decirle algo pero que solo oye sonidos. Con ganas de soltarle alguna fresca en italiano me fui, con la impotencia de no saber ninguna. Ibamos arrastrando las maletas pero de la velocidad no llegaban a tocar el suelo.
Llegamos a los mostradores donde se facturan las maleta y una amable señorita a medio manicurarse nos dice que el avión ya ha cerrado las puertas de bodega. Le pongo la mejor cara de pena que tengo y le pregunto que qué hago con la maleta. Ella, vuelta a sus uñas, me indica que me vaya a facturar.
Correr con bultos por un aeropuerto no es recomendable, los carabinieri no saben apreciar la buena forma demostrada. Esquivando a dos conseguimos llegar a la zona de embarque donde otra amable señorita me dice: “Qui cosa fai?”. Podría haber intentado hablar en ingles, o meter palabras en italiano. Pero no hablaba en español y rápido, estilo Ozores. Mis carreras habian llamado la atención de una carabinieri que venía atravesando todo un pasillo de cuerdas.
La chica del “Qui cosa fai?” me indica que vuelva a la zona de facturación a ver que hacemos, a todo esto mi mujer ya había pasado el control policial y estaba al otro lado. La escena parecía sacada más de No sin mi hija pero esta vez era algo así como “Yo no conozco a ese hombre”. La zona de facturación está como a unos 500 metros de distancia, añadiendo que hay un laberinto de cuerdas de esos que ponen para hacer colas largas en el minimo espacio. Yo no tenía tiempo de jugar a recorrer pasillitos de cuerdas con una maleta de 15 kg. Asi que me agache y fui pasando por debajo. Algunos ya se habrán dado cuenta de que no soy un portento de agilidad y sincronización motriz, asi que alguno postes que aguantaban las cuerdas no aguantaron mis embites y acabaron por el suelo con lo que el laberinto no quedó tan bonito como lo habían pensado. Por el rabillo del ojo veía la caribineiri que me iba siguiendo a cierta distancia ya sospechando que era por mis nervios lo mismo era uno de AlQaeda con sobredosis de cafeína.
Al llegar al sitio de facturación otra amable señorita me recibió como lo haría mi madre después de haber roto la vajilla. Me dejo bien clarito que estaba loco, pero me recogió la maleta, en este momento me dieron ganas de abrazar la maleta con la idea de que nunca en la vida la volvería a ver.
Vuelta a correr, colándome en la cola del control policial, nunca nadie tuvo tantas ganas de pasar un control de la Policía. Al llegar ya tenía tres carabinieri a mi lado, supongo que era el comité de bienvenida para los atletas aeroportuarios. Al pasar por el arco detector de metales pitó. Me miré y tenía dos céntimos delatadores. No quisieron atender a explicaciones, me apartaron y me cachearon como en las pelis, como no descubrieron ningún arma (lo que no sabían es que soy como Chuck Norris, mis puños están considerados armas) me dejaron subir al avión.
Nos sentamos y yo estaba que si me dan un huevo metido en un vaso del temblequeo lo transformo en mayonesa.
Volvimos a Barcelona, nuestra maleta voló con nosotros y todavía estoy sin cargos. Que más puedo pedir.

12 septiembre 2007

Mis vacaciones. Part I

Primer día de cole en Cataluña, todos los plastidecores listos, las gomas Milán (que buenas estaban las gomas Milán) todavía sin morder y el boli de 6 colores imposible de coger listo en el estuche. Cienes de millones de niños hoy escribirán esta redacción: “Que hiciste en vacaciones” y el niño que llevo dentro (no estoy embarazado) me impulsa ha hacerlo yo también.
Este no está siendo un año para echar cohetes en ningún sentido, por esto mismo necesitaba las vacaciones como el comer. Desde hace ya meses planeamos irnos de vacaciones a la Toscana. Conociéndome como me conozco estaba convencido que al verme la torre de Pisa se acabaría de tumbar, Venecia se hundiría del todo y el entero cuerpo de “carabinieri” me perseguiría como si de un Bourne cualquiera se tratara. Pero lo cierto es que han sido unos vacaciones muy tranquilas, no ha pasado nada (o prácticamente nada) durante los días de vacaciones, también es cierto que condensé todas las cosas que tenían que pasarme en el primer y último día, en los dos aeropuertos.
Hay veces que tienes la certeza de que algo va a salir mal, es un sentimiento que es tan mío como el hambre, pues los aeropuertos despiertan mi sentido arácnido, hormiguinico, escarabajinico. Yo he viajado muy poco y en avión menos todavía, así que es entrar en un aeropuerto y me transformo en Paco Martínez Soria en “El abuelo visita la ciudad”. Todo es tan grande, te dicen tantas cosas, hay tantas letras por todos lados y sobre todo hay tanta gente que te mete codazos que me pierdo.
Para hacerlo más divertido mi vuelo era de la compañía ClickAir, esta que no se gasta dinero en publicidad porque ya sale en la tele todos los días en los telediarios. Así que iba yo con la idea de que mi vuelo no llegaría nunca, o no saldría, o nos utilizarían como tropa de refuerzo para el cuerpo de paracaidistas, que se yo.
Al llegar busqué el stand de ClickAir donde había un hombre leyendo unos papeles, pacientemente me quedé de pie esperando que me mirara, entonces recordé mi habilidad de moverme en las sombras por lo que el pobre hombre era imposible que me hubiera visto. Decidí manifestarme ante él, no eso de coger una pancarta sino hacerle notar mi presencia.
- HOLA!!!
- hm…
- Buenas, mira es que
- ¿si?
- he comprado por internet
- ¿si?
- (una burra voladora y quería saber si la podía inscribir como transporte aéreo de pasajeros) un billete con vosotros para ir a Pisa
- 31 a 37
- ¿perdón?
- 31 a 37
- no si entenderlo lo he entendido pero es que…
- Mostradores 31 a 37
Daban ganas de decirle “logaritmo neperiano de 2355” y seguro que me contesta 31 a 37.
Busque entre los millares de mostradores el 31 y al verlo fuimos para allá alegremente arrastrando nuestras maletas, cuando saltó sobre nosotros cual felino un guardia de seguridad calvo borrándonos el paso.
- Donde van?
- 31 al 37 – uno que aprende rápido.
- Tienen que ir para allá- mientras decía esto señalaba al infinito con su dedo calvo también.
Desafiando toda lógica comenzamos a caminar en dirección contraria a los mostradores hasta llegar a un punto donde otro guardia de seguridad calvo, nos indicó “amablemente” que teníamos que dar la vuelta y comenzar a ir por un pasillito de esos que haces como si estuvieras en cualquier parque de atracciones, tras diez minutos andando por pasillos hechos de cuerdas volví a llegar al calvo 1 que me volvió a indicar el camino ya recorrido. Le hice notar que ya había hecho ese camino, entonces me envió hacia las puertas de entrada. Allí pude encontrar un grupo de gente haciendo cola enfrente de nada, le pregunté al último y me confirmó que eran los valientes que ya habían hecho el camino de cuerdas.
Embarcamos sin problemas, llegamos sin muchas turbulencias y demás anomalías, como única cosa reseñar que viaje junto a un tío con narcolepsia, fue tocar el asiento del avión y quedarse frito con esa pose que da un aire de saber estar y elegancia que es cuando se te va la cabeza para atrás y se te abre la boca como si esperarás que te caiga un bocata del cielo. En un avión es útil, si hay problemas y cae la mascarilla de oxigeno se te encaja directamente en la boca.
La diversión de verdad llegó cuando aterrizamos en Pisa. Yo por internet había alquilado un coche (por internet se puede hacer de todo), era un Lancia Ypsilon con la casa Hertz. Salimos del aeropuerto con todas nuestras maletas y ni rastro de la Hertz, al fondo se veía un letrerito que decía: “Rent a car” y una flecha. Seguimos la flecha hasta un tenderete en mitad de la nada, allí nos quedamos hasta que llego un bus que nos llevó hasta la zona de alquiler de coches.
Me dirigí al mostrador de Hertz con una pregunta en mente: “Parla Espagnolo?” Aunque en verdad no me hacía falta porque yo domino el Ingles, años estudiando inglés han hecho que sea capaz de mantener una conversación fluida con cualquier angloparlante no mayor de tres años. En el stand de Hertz habia una amable mujer seca como una mojama, que no hablaba nada que no fuera italiano y italianinglish. Le acerqué la impresión con mi reserva, busco en el ordenador y salió la reserva. Apunto cuatro cosillas y me dice (iré poniendo la traducción)
- Please, a creditcard (por favor, tarjeta de credito)
- I have payed before (Yo antes pagar)
- I need a credit card (necesito una tarjeta de credito)
- I don’t have anyone here (No tener ninguno tarjeto aquí)
- No creditcard no car (No hay manos no hay galletas)
- What can I do now? (Que puedo hacer ahora?)
- Call this number and they refound your money (Llame aqui y le devolverán el dinero)
- I don’t want money I want cars (NO quiero dinero quiero coches)
- No creditcard no car (Yo querría que te fueras)
Asi que después de hablar con otro italiano me devolvieron el importe de la reserva después de quedarse una parte en concepto de anulación de la reserva (pero que majetes que son) desde aquí inicio una campaña para que todos los que me leen (que son tres) no alquileis nunca coches en Hertz, es más alquiladlos en Avis y os paseáis delante de ellos con los contratos en alto.
Junto al puesto de Hertz estaban las paradas de Europcar, Avis y demás compañias que fui visitando religiosamente con mi ingles perfecto pidiendo coche. Recibiendo negativas por respuesta, yo creo que les pido en matrimonio y hubiera tenido más éxito. Mientras tanto el cielo de Pisa se puso en consonancia con mi estado de animo y se puso negro como el tizón, se rompió y cayó agua como si quisiera convertir Pisa en Venecia.
En la última casa de alquiler de coches me alquilaron un micromachine. Un Fiat Panda color azurra. Tenía una arandela suelta lo que hacía que cada vez que nos movíamos parecía que llevaramos un coche de caballos. Eso sí el coche tenía una aceleración que ni un formula 1. Los primeros semáforos parecía que en vez de conducirlo estuviera domándolo.
Pero bueno ya estaba en Italia y podíamos movernos tranquilamente por todos lados.
La aventura del viaje de vuelta la dejo para otro lado y queda tambien pendiente que os cuente un poco mis impresiones de Italia y los italianos.

10 septiembre 2007

Vuelta al cole

Llegadas estas fechas y como soy un "bon minyó" (niño bueno) como dicen en mi tierra es hora de volver al cole. He estado de vacaciones, de vagueo, de panxing de muchas cosas, pero la verdad que no me he acercado al blog demasiado. Siento todos aquellos que habeis venido buscando algún desastre más mio y no habeis encontrado nada, prometo compensar.
Ahora que se rompe la veda ya volveré a escribir con la misma frecuencia de antes. Espero reecontrarme con mis compis de clase, mis compañeros blogueros y otra vez a compartir historias.

Buena vuelta al cole.

31 julio 2007

Trasquilando

El sábado me corté el pelo, me hacía falta porque la gente por la calle ya me pedía que le cantara “La barbacoa” y me pedían autógrafos. Descubrí que el peluquero es de los establecimientos que no me gusta visitar, vamos para nada…
Como tenía un día atrevido y como no tengo un peluquero fijo decidí probar uno nuevo, así que el sábado a las 11 me presenté en el nuevo peluquero, que resultó ser una de esas cadenas donde te cortan el pelo unas chicas muy monas recién salidas de la facultad de peluquería de la Salle y ya se sabe cuando empiezas en el mundo laboral y más en un trabajo tan creativo como la peluquería lo que se quiere es demostrar que uno tiene idas propias y super molonas de la muerte, por esto no es extraño conversaciones de este estilo:
- ¿Qué te hago?
- Pues mira normalmente …
- Te quedarían muy bien unas mechas
- No pero no quiero mechas, yo lo que quiero es que …
- Unas mechas asi disimuladas que casi no se vean
- Pero si es que si no ven para que las quiero, yo si con que quede…
- Entonces algo más extremado, unas rubias…
- … hmm… No quiero mechas, quiero que el pelo
- Bueno tu verás pero el chico de antes le he hecho unas mechas.
- POSIBLEMENTE EL CHICO DE ANTES QUISIERA MECHAS O NO TUVIERA PERSONALIDAD… YO NO QUIERO MECHAS
- Bueno, ni un par de mechas?
- Sic. Quiero el pelo corto hacia delante despuntado SIN MECHAS

Y después viene la conversación de que: “Es que claro, a los chicos no se les puede hacer nada.” “A las chicas si que puedes jugar más” Desde aquí digo, para jugar está la Nintendo DS que es la mar de divertida, mi cabeza la suelo llevar siempre encima y aunque el pelo crece hasta que lo hace no me apetece ir a lo Beckham por la calle.
Bueno pues el caso es que al llegar a la peluquería estaba vacía salvo por tres mujeres. La primera de ellas con la cabeza envuelta a parches con papel de plata, la otra con una especie de barro en el bigote y la otra con la cabeza llena de una especie de gusanitos multicolores. Tuve un escalofrío por la espalda de esos que indican que hay que salir por donde entraste y no decir ni los buenos días. Pero una chica muy atenta, debió oler mi miedo y se me acercó y me tono nota, me acompaño a una silla al lado de la mujer de los gusanitos y me dijo “Espera media hora”. Claro ¿qué hago yo media hora allí sentadito? Pues me fui a buscar revistas, como todas las peluquerías tienen la paradita de revistas. Lo malo es que sobretodo creen en los tópicos: Para machos el solomotos y para hembras el VOGUE. Después por si viene alguna niña el SuperPop, Vale, RBD y demás, pero ni un triste Cinemanía, ni un viajar. Eso si lo que tenía esta es 15 HOLAS, 4 SEMANAS y 25 Diez Minutos. Así que con un par de Holas y un Semanas volví a mi sitio. Que niña mas mona ha tenido la Leticia, que ojos y la Leonor, como ha crecido esa niña, Susana Hoyos creo que se ha separado (aunque no se bien que es) aunque Lidia de OT triunfa en el teatro y los Beckham dan una fiesta como la Versace, creo que no era la misma fiesta aunque podría ser… por cierto alguien ha visto a Donatella Versace ¿antes era un hombre?
Bueno después de ampliar mi cultura del corazón me coge la misma chica atenta del principio y me pone un babero negro. Bueno, como decía hoy mismo para comer y para dormir siempre estoy listo. Después me pone una bata negra y me la ata y encima de la bata un babero blanco, en el cuello una toalla caliente. Parecía que estaba poniéndome un kimono más que preparándome para cortarme el pelo.
Después de toda la preparación me sienta en un silla de esa con la picalavacabezas con el hueco para meter el cuello. Un inciso, señores fabricantes de picas lavacabezas y sillas para esa picas. En el país donde ustedes viven ¿Todos miden metro y medio? ¿Las hacen en Laponia? Si nace un niño crece más ¿Qué hacen? ¿Lo matan?
Tras el inciso, lavarse la cabeza que normalmente es una experiencia buena se convierte en algo semejante a que te pateen los riñones. La picalavacabezas estaba mal puesta y casi me saca una vértebra cervical de sitio, para meter el cuello tuve que encorvar la espalda, el primer agua que me echaron estaba como para hervir un huevo en 10 segundos. Tras el lavado me sentaron frente a un espejo. Me hizo un primer peinado humillante digno de Ace Ventura y la llamaron por telefono… Tras cinco minutos esperando que colgara me recoloco el pelo, momentos después viene y me peina a ralla. Todo esto sin decir nada. Yo estaba por decirle porque no te peinas a ralla los brazos reina. Tras esto me preguntó como lo quería, a lo que yo iba a decirle que lo quería con toda mi alma que ya eran casi dos meses juntos todos los días, pero me limité a darle instrucciones.
En este punto hay una pregunta que si la cagas te acordarás el próximo mes: ¿Te paso la máquina? ¿A que numero? Yo que tengo una memoria privilegiada no soy capaz de recordar lo que comí ayer y me piden que me acuerde el numero al que me lo pasaron la ultima vez, así que le digo corto pero no rapado. Me dice “Te lo haré al dos”.
Cuando una peluquera está acostumbrada a cortar las puntas se nota, se nota porque coge la máquina esa como si fuera a trasquilar una oveja hiperactiva drogada de éxtasis. De la primera pasada me dio un viaje en un hueso del cráneo por la parte de atrás que me vibraron hasta las orejas, oí un “lo siento”.
El resto fue más o menos igual, iba dándole con ganas a la maquina esa trasquiladora. El verdadero problema llegó cuando comenzó con las tijeras, no es que me las clavará pero casi lo hubiera preferido, la buena mujer empezó a cortar y al llegar al flequillo vio mis entradas… yo tengo entradas digamos como si fuera para un concierto de Pablo Milanés pero al acabar ella las entradas eran dignas de uno de Bisbal. Le dio por ir cortando todos los pelos, uno a uno de las entradas, lo cierto es que nunca podré agradecérselo bastante.
Así fue mi experiencia en la transquiladora que ya no me verá más, al menos no tendrá mi cabeza en sus manos a menos que sea la ultima peluquera en la tierra.

26 julio 2007

Comprar

No me gusta ir a comprar, no llegaría a decir que lo odio pero por ahí rondaría. Normalmente solo compro por supervivencia, compro la comida necesaria para pasar la semana, los trapos necesarios para cubrir mi cuerpo y los cacharros tecnológicos necesarios para saciar mi espíritu geek. Pero hay establecimientos que me repatea sobremanera ir… la razón es: NO SE COMPRAR EN ELLOS. Un ejemplo de esto lo tenemos en las ferreterías, yo no se comprar en una ferretería.
Normalmente las cosas que compras en una ferretería son de un solo uso, te puedes comprar una caja de 250 tornillos para utilizar sólo dos que cuando la vayas a buscar habrá desaparecido y esto siempre me ha pasado cuando había hecho un hueco en mi apretada agenda para colgar un cuadro, arreglar una silla… Pongamos que quería colgar algo de la pared. Toca ir a la ferretería:
- Hola necesito un clavo de esos que tienen forma de L…
- Alcayatas
- Eso alcayatas, pues necesito
- ¿Cuántas necesita?
- Pues yo creo que con dos
- Vienen en cajas de 75, 150 o 250
- Pues dame la de 75 que ya aprovecharé y montaré el museo del Prado en casa
- Tambien necesito un tornillo de esos que uno de extremos tiene forma de C
- perdona
- Si hombre de esos que se ponen en la parte de atrás de los cuadros, se atornilla – mientras decía esto iba haciendo gestos del todo impropios sacados de contexto (haciendo un circulo con los dedos pulgar e indice y pasando el indice de la mano contraria por en medio)
- Cancamos
- Pues eso cancamos
- ¿Abiertos o cerrados?
- ¿Los abiertos se pueden cerrar?
- No ¿por?
- Por saberlo, pues dame …
- vienen en cajas de 93, 134, 230
- Veo que esta pensado para que cuadre con la de las alcayatas, dame la de 93 una de abiertos y otra de cerrados
Todo esto para llegar y darme cuenta de que los tacos que tengo no coinciden con el diámetro de los bichos esos y bailan cuando hago los taladros, se caen y no hay forma de desatascarlos. Tras usar 5 alcayatas y 3 cancamos para colgar un cuadro tengo la completa seguridad de que la caja de herramientas es la entrada a una realidad paralela, tipo Narnia pero en cutre, es dejar la cajita allí y desaparece para siempre y va a parar al mundo donde viven Ana de “Enrique y Ana”, Ramón de OT y el guapo de los hermanos Calatrava. Allí viven felices correteando en campos y atornillándose contra los árboles.
Tambien como no se lo que voy a comprar tampoco se lo que pesan las cosas, recuerdo un día cuando estaba de obras en mi anterior piso que el albañil me mando a comprar cinco sacos de hormigón y tres de cemento. Llego a la tienda, que estaba tres calles arriba de mi casa, con las manos en los bolsillos y pido los sacos como si estuviera pidiendo bolsas de pipas.
En un momento sobre el mostrador había 8 sacos de 25 kg cada uno. Yo no soy de naturaleza fuerte, vamos yo no soy de naturaleza soy más bien de estar sentado enfrente de un ordenador. Cuando el chico me vio me dice:
- ¿Como te llevarás todo esto?
Me dieron ganas de decirle “Con telekinesis” pero le dije:
-Me parece que dividiré esto en el maximo de paquetes posibles y dare tantos viajes como paquetes
- ein?
- Que daré ocho viajes, leñe
- Si quieres te podemos dejar una carretilla como ya nos conocemos…
Para aquellos que no sepan lo que es una carretilla es un engendro diabolico que tiene una rueda delante, una cesta oxidada encima y dos mangos para cogerla por detrás. Yo cargué todos los saquitos de 25kg en la carretilla. Paremos un momento aquí para hacer un pequeño calculo al estilo un dos tres: Tenemos 8 sacos a 25 kg cada uno da un total de 200kg.
Tras poner los 200kg sobre la carretilla la empujé por la tienda, no sin esfuerzo hasta la calle. La calle tiene una inclinación considerable, la única razón por la que siempre está limpia es porque la suciedad resbala hasta la primera calle recta. Al salir se produjo un suceso curioso. Si yo por aquella pesaba unos 85, hemos de restárselos a los 200kg de la carretilla con lo que me ganaba por unos 115kg suficientes como para que en cuanto pisara la rampa de la calle echara a correr calle abajo la carretilla con un pelele cogiéndole por los mangos, el pelele era yo. En un primer momento intenté controlar el cesto del demonio pero era imposible tenía la habilidad de un mono manco borracho conduciendo una bici, así que mi única preocupación era mantenerla recta y gritar lo máximo posible con mi mejor voz, a la vez que rezaba para que nadie saliera de su casa ni se cruzara en mi loca carrera calle abajo, por una parte me daba cosilla atropella a alguien con la carretilla loca y también me daba un poco de aprensión que en algún cruce de los que tenía que hacer en los que podía mirar, pero me era imposible parar un coche, moto o camión me parara contra su radiador. Llamarme quisquilloso.
Cuando conseguí llegar al portal de casa me toco subir los saquitos uno a uno dos pisos hasta mi antigua vivienda.
Otra tienda a la que me daba bastante rabia ir a comprar es a la pescadería. Recuerdo que mi madre me decía:
-Ves y compra un kilo de mairas (y mi mente enferma siempre añadía gomeces kempes) si están bien, si no están bien compra sardinas si estan bien de precio y son frescas sino compra boquerones pero sólo si son frescos
- Como se si un pez de esos está bien?
- Pues si le miras a los ojos lo sabrás
Eso si que me lo explicaron, mirando a los ojos de la gente y los pescados puedes aprender muchas cosas de ellos.
Asi que llegaba yo a la tienda o pescadería. Lo primero que llama la atención de estas tiendas es la gente que las atiende. Las pescateras gritan, gritan mucho. Normalmente en el mercado sabes donde estan siguiendo las indicaciones auditivas:
- MIRA NENA QUE SEPIA TENGO, GUAPAS QUE LO TENGO FRESCO, MIRA QUE SARDINAS PERO SI TODAVÍA SE MUEVEN
En otro contexto no me acercaría a ninguna mujer que se ofreciera a enseñarme su sepia porque la tiene fresca, sin importarme a que se quiera referir con sepia. Pero aquí como embrujado por su canto de sirena te acercas a la zona de pescaderías. Llama la atención que todo está mojado, hay hielo y hojas de lechuga por todas partes. En bandejas cubiertas de hielo hay peces multicolores y multiformes. La filosofía de las pescaderías es similar a la Bolsa tu vas un dia y tienes las mairas a 3 euros kilos, vas mañana a 5 y pasado a 2. Todo radica en saber comprar, como nunca supe siempre las compraba a 5 euros kilo.
El caso es que llegaba alli a la pescadería y ponte a mirar a los ojos de los peces, he de decir que son bastante inexpresivos, pero bueno tras un pequeño careo con esos pequeños seres muertos me decido por las mairas y siempre la misma cuestión:
- ¿Te quito la cabeza?
Si todos los asesinos fueran así de educados habrían muchos menos crímenes, porque para encontrar gente deseosa de que le quiten la cabeza…
- Te puedo quitar la cabeza y las tripas
Mucho mejor, si enterraran a peso saldría mucho más barato. Como supongo que se refiere a rematar las mairas le dejo que proceda, y con un cuchillo digno de daga de Alatriste se pone a darles viajes a las mairas mientras canturrea y chilla:
- ULTIMO KILO DE MAIRAS A 3 EUROS GUAPAAAA!!!!
- Pero si a mi me has cobrado a 5 euros
- Pero tú no te has llevado el último…
Caratonto se te queda. Pero nada comparable a pagar, lo peor viene cuando te da el cambio, dan ganas de decirle: “Por sus hijos y los nietos que vendrán quitese el guante para darme el cambio” pero no te da un billete manchado de visceras de pescado y tinta de calamar, mojado y mugriento que no sabes si guardarlo en la cartera o comprarte cualquier chorrada para pagar con el enseguida.
¿Se entiende ahora porque no me gusta comprar?

25 julio 2007

Remember - De obras en el baño (Parte II)

Realmente el vecino de abajo, al que hice una nueva ventana (ver entrada anterior), ni montó ni en cólera ni en ningún otro sentimiento. Resultaron ser una pareja de esas que quedan pocas, se chillaban todas las noches, bueno ella chillaba el balbuceaba palabras. El tema del agujerito lo llevaron bastante bien, no puedo decir lo mismo de las humedades, al montar las tuberías del baño en mi ignorancia y en la soledad de una tarde de invierno se me olvidó colocar esparto en los tapones, esto que parece insignificante no lo es tanto. Tu te olvidas el esparto y en una semana en el piso de abajo salen los jardines colgantes de babilonia en edición de bolsillo.
El vecino balbuceador vino a verme y entre el que balbuceaba y yo que cuando me pongo nervioso hablo como el Ozores la conversación parecida cifrada o como mínimo digna de salir en “Los bingueros”.
Cuando baje a su piso me di cuenta de las costumbres de esta exótica pareja, todo el piso estaba lleno de ropa en montoncitos cuidadosamente desordenados, en el mejor de los casos, o esparcidos cual vertedero en el peor de los mismos. Sobre una mesa estaban todo tipo de botellas que, como diría Ferry Pratchet, parecían hechas por un soplador de vidrio borracho que en ese momento tuviera hipo, en algunas de ellas habían velas en otras colillas y en todas mugre. Una mugre más antigua que los propios dueños de las botellas.
Tras ver que la humedad había provocado un ecosistema propio en el baño con una especie de lianas que colgaban rodeándolo todo. El seguro de mi piso se hizo cargo de todo, incluida la colocación de esparto en el tapón.
De mi antiguo lavabo se podría escribir una novela para él solo. Era un lavabo que reinventó el término pequeño, no es que no pudiera estar mi mujer secándose el pelo mientras yo me afeitaba, no. Es que no podía estar yo mientras YO me afeitaba. El amigo que me ayudó en la instalación de agua nos hizo ver que era muy feo que al abrir la puerta vieras la ducha así que tras un detallado estudio de 5 minutos decidimos mover la ducha a la izquierda de la puerta el wc al lado de la ducha y lavamanos enfrente la puerta, con lo que quedaría una baldosa de 50x50cm para hacer bailes regionales o lo que tuviéramos a bien hacer en el baño.
Preparamos todos los desagües y llego el albañil. Este hombre, que a la postre era mi primo, me dijo que el plato de ducha no tenia altura suficiente para el desagüe, que el lavamanos no podía estar tan bajo por la altura de las entradas de agua y que el WC no cabía.
Cuando te planteas remodelar el baño lo que es la taza es de esas cosas que sabes que echaras de menos si no la pones desde el primer día. Así que descartamos la idea de suprimir la taza, no se planteó en ningún momento. La solución fue esta:
1. Hacer un pequeño escalón y colocar el lavamanos encima. Con lo que lavarse la cara era del todo incomodo con la pica que te llega a medio pecho y sin poder meter las manos bien.
2. Comprar un miniplato de ducha, fuera de todo estándar. Además para darle la altura necesaria tuvimos que elevar el plato unos cincuenta centímetros. Además como era tan enana no se hacían mamparas de baño en ese tamaño con lo que solo pudimos poner una cortina. Yo me apunté al gimnasio solo para ducharme. Nadie se puede imaginar lo que es ducharse montado en un podio a lo gogo, envuelto con una cortina de plástico que cuando te echabas el primer agua se te pegaba al cuerpo como si fuera con velcro. Era ducharse como si te hubieran puesto una bolsa de plástico en la cabeza.
3. La taza la tuvimos que subir un poco y montar la cisterna un poco en el plato de ducha… un poco triste la verdad
Eso si para compensar lo pusimos todo con unos colores preciosos y con lacitos, asi que cuando la gente entraba en el baño siempre decía “Que mono” a lo que yo respondía “Te lo cambio”.

24 julio 2007

Remember - Las obras PARTE I

Estaba yo en la ducha matinal, medio dormido medio somnoliento, cuando me he puesto a recordar como me fueron mis inicios en este mundo como ser independiente, más concretamente en la entrada en el primer piso como pareja.
Recordaba yo como preparábamos el piso para que fuera habitable, como empezamos a preparar la metamorfosis de cuadra a “hogar, dulce hogar”.
Lo primero era quitar todo lo viejo (que era mucho). No voy a desvelar ahora mi habilidad para las reformas (caldera, fregadera) pero por aquel entonces todavía no sabía yo el gran potencial que tenía como manitas, así que nos pusimos toda la familia a preparar el piso para la entrada de los especialistas. La cosa era que cuando todo estuviera listo un amigo nos haría la instalación de luz y agua, mi primo albañil nos haría el alicatado y colocación de suelos y otro (no familiar ni amigo) colocaría puertas y detalles en madera.
A fin de irme preparando fui a la ferretería y compré lo que me dijeron que íbamos a necesitar: unas macetas (de camino a la ferretería iba yo pensando que compraría geranios que viven más) y unas picoletas (unas mujeres guardia civiles). Al final me vendieron unos martillos a lo Thor, esto eran las macetas, y dos picos de minero pero para los enanitos de Blancanieves. Al llegar a casa y estando solo quise probar la resistencia de las paredes y le metí un picoletazo justo en sitio donde pasaba el cable de entrada de la electricidad, lo mío es habilidad innata con lo que a partir de aquella nunca más hubo luz durante las obras.
Entramos a trabajar una navidad de hace ya muchos años, mis vecinos no supieron apreciar que cada día empezáramos a picar baldosas, derribar paredes y quitar muebles viejos desde las 8 de la mañana. Algunos en su incomprensión querían o mandarme a la horca o llamar los maridos de las picoletas. Estando nosotros echando a tierra los azulejos de la cocina, no sin ruido, apareció “la presidenta”. La presidenta consorte era una mujer de unos sesenta años, esférica, con el pelo rizado y largo, si hubiera cuello se lo hubiera cubierto por completo hasta los hombros que en su caso le salían de las orejas. Pues estaba esta buena mujer por la ventana del patio de luces gritándome:
- ¡¡¡¡SI ES QUE NO RESPETAIS NADA!!! ¡¡¡VOY A LLAMAR A LA GUARDIA CIVIL Y OS METERÁ A TODOS EN LA CARCEL!!!
- Bueno no se altere que estamos apunto de acabar…
- ¡¡¡ES NAVIDAD Y NO PARAIS DE HACER RUIDO!!! ¡¡¡QUE SE VA A CAER LA CASA!!!
- A partir de ahora no haremos mucho más ruido – esto no me lo creia ni yo, mientras decía esto agachado a mi derecha estaba un amigo picando baldosas, a él no se le veía desde fuera. El caso que el buen hombre picó más de la cuenta y le dio a lo que le llaman el nervio de la ventana. Sería como si te das un golpe en el codo que te entra la risa tonta, pues la ventana también tiene de eso, si le das un golpe y te lo cargas pierde todo aguante. Así que estando yo disculpándome con “la presidenta consorte” veo que la ventana se empieza mover descontroladamente, se contonea como mujer de baja moralidad y finalmente se precipita por el patio de luces estallando contra el patio del bajos.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡VAIS A MATAR A LA SEÑORA JOSEFA!!!!!!!!!!!!!!!!!!
- … lo… siento… te mataré chaval…
Finalmente no murió nadie, ni la señora Josefa, que resultó ser la vecina más maja de toda la comunidad, ni mi amigo.
Llegó el día en que tuvimos que desmontar el lavabo. Por raro que parezca en un baño de 2,5 metros cuadrados habían conseguido meter una bañera, pero como no nos convencía la idea un día me acerque yo solito a desmontarla. Hice saltar todas las baldosas que le servían de apoyo, todas las laterales, superiores y demás. No calculé el tiempo y se hizo de noche (¿había dicho ya que había roto la instalación de la luz el primer día?). El orgullo que es muy malo me hizo pensar que si ahora me iba de allí sin quitar la bañera que pensaría de mi novia que sería mi mujer en el futuro. Lo mismo se daba cuenta de que era un trasto integral.
Cerré lo ojos, cosa del todo innecesaria porque no se veía nada y pegué un primer tironcillo de la bañera para desatascarla de su esquina. La bañera ni se inmuto a mi petición. Busqué a tientas un par de asideros y pegué un segundo tirón esta vez era un tirón de los que provocan pequeñas elongaciones. Esta vez la bañera me acompañó un poco pero se lo repensó y volvió con rabia a su sitio. A cabezón no me gana nadie y mucho menos un ser que yo creía carente de toda voluntad, afiancé mis pies contra la pared y di un estirón de esos que o se venía o me rompía los codos, y no se vino, casi doblego su voluntad se vino un buen trozo pero volvió a su esquina quejándose y haciendo una serie de ruidos guturales.
A tientas salí del baño a buscar un arma y volví con la maceta. Con todas mis fuerzas le di un macetazo a ciegas al borde de la bañera, sonó un GOOOONG que ni en la puerta del sol en fin de año, mis brazos vibraron descontroladamente, la vibración fue subiendo hasta que llegó a la cabeza y se me cayeron dos empastes. Palpé la bañera donde esperaba encontrar las aristas del trozo roto y solo encontré una muesca. Ahora hagamos una pequeña operación aritmética: Un mínimo de 4 horas peleándome con la bañera + la mitad de ellas completamente a oscuras + la impotencia de no ser capaz de mover un cubo grande = subidón de adrenalina de esos que llevan a exclamar “Como me llamo David que rompo este engendro del diablo, lo rompo y no quedará ni el recuerdo”. Armado con la maceta, con la cara manchada de barro y lágrimas comencé a golpear la bañera, la golpeaba con furia, sin precisión. Astillas de paredes y loza caían por todas partes, el polvo lo cubría todo, teniendo en cuenta de que estaba sumido en la más profunda oscuridad, el ambiente era de lo más agradable. Estando yo cegado por la ira y por la ausencia de luz martilleé destrozando todo a mi paso hasta que… un rayo de luz salió del suelo rompiendo la oscuridad. Esto sería mucho más poético si en realidad no se tratara de que había atravesado el suelo y la luz que entraba era del baño del vecino del piso inferior, el cual nunca supo apreciar suficiente la nueva ventana.
A la luz del nuevo día pude ver como toda bañera está atornillada a la tubería que le sirve de desagüe, el desagüe fue lo único que quedo de la bañera el resto se convirtió en polvo de porcelana que estuvimos recogiendo durante varios días.
La cosa no terminó aquí pero no lo contaré todo ahora… mañana más.

23 julio 2007

El hámster rarito

En una oficina todos somos como hámsteres, cada uno con su rueda girando sin parar un cierto numero de horas al día, parando para comer pipas a cada rato, bueno desde que se prohibió comer pipas dentro de la jaula algún que otro hámster como pipas a escondidas en el esquinero para mear.
La tranquilidad de la jaula muchas veces se ve alterada cuando uno se entera de que va a llegar un nuevo compañero de rueda, entonces surgen las dudas, ¿será hámster o hámstera? ¿Cómo será? ¿Se integrará bien?
El caso que de entre todos los tipos nuevos de compañeros que te pueden tocar el peor, y aquí estoy siendo muy arriesgado, es “el rarito”.
Yo no creo en eso de las auras… menos en este caso, el rarito tiene un aura de mal rollo a su alrededor, porque es como si desprendiera un olor extraño, lo ves y arrugas la nariz (siempre hablando en sentido figurado, que si encima es literal…). Todos sabemos que los hámsteres no tienen bolsillos pero si tuvieran el hámster rarito lo tendría lleno de bolis de múltiples colores y un par de pendrives usb de 25 GB cada uno, por descontado que no tendría ni un solo mp3, todo serían trozos de código que habría escrito él en su otra jaula.
Cuando otros animales se conocen se huelen el culo, se ve que hay una especie de segregación hormonal que les sirve para identificarlos, bueno no se… , en los hámsteres no hay esa costumbre, simplemente estrechan la pata delantera derecha y hacen preguntas por compromiso. En el caso de que el nuevo roedor sea un “rarito” en cuanto se va al bebedero el resto se reúne corriendo y comentan todos los detalles del nuevo. Todos sabemos que todo hámster tiene una maruja dentro.
Los problemas llegan cuando hay que empezar a dar vueltas, el nuevo siempre hace comentarios del tipo:
- Pues donde estaba yo eso lo hacían los hámsteres becarios
- ¿Y corréis en esa dirección? Pero si es un atraso…
- Pensaba que no volvería a ver ruedas tan antiguas en mucho tiempo.
- Yo es que había trabajado siempre con cobayas esas si que saben hacer las cosas bien…
El resto de currantes están entre probar si es capaz de atravesar las barras de la jaula de una patada en el culo o de ignorarlo. Y aunque solo el gran spaghetti volador sabe que lo intentan es imposible ignorarlo, así que, medio adrede medio a conciencia, le van dando pequeñas “puyaitas”, pequeños toques, como por ejemplo cambiar las horas de comer pipas…
Espero que esta pequeña ida de olla que he tenido hoy seáis capaces de perdonarla, será porque es lunes, será porque sigo trabajando cuando muchos se fueron de vacaciones o será porque estoy a diez minutos de ir a comer pipas con un rarito… no se…