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28 julio 2009

Comenzar con mal pie

Admiro a la gente que, mientras todo cambia a su alrededor, ellos se quedan con la vista al frente, los dientes prietos y a soportar lo que venga. Yo no soy de esos. Cada vez que hay cambio de trabajo, proyecto o situación personal se repite la misma situación:

- Parece que he comido algo que me ha sentado mal
- No serán los nervios
- No creo porque yo estoy tranquilo – Mi apariencia es como la de un buey que ha estado abusando del diazepam.
- ¿Has comido cacahuetes? – Me encantan los cacahuetes pero me sientan como si fueran guindillas
- Unos pocos
- Mira que te he dicho que por la noche no comas cacahuetes – si de cacahuetes hablamos la noche para mi comienza a las 15h. Todo lo que sea comerlos después de esa hora me sienta mal.

Tras esta conversación suelen venir carreras al lavabo, dolores como si fuera a echar los cacahuetes a patadas y un par de días malos.

Hace poco me notificaron que me enviaban a un proyecto nuevo y encima donde sólo se habla ingles. El resultado: como si me hubiera comido un kilo de cacahuetes fritos con aceite de colza.

El domingo comenzó con un par de carreras y amenazaba a que no iban a ser las únicas, así que me tocó hacer bondad hasta la tarde cuando ya comencé a recuperarme. Me recuperé lo suficiente como para darme de que los zapatos que tenía para ir con pantalón de pinzas eran botines. Ir con botines con el calor que hacía era como ir con una rebequita a la playa, así que convencí a mi mujer para ir a una zapatería (Cosa que no es muy difícil, a ella no le cuesta ir a zapaterías. Hay un complot zapatomasonico para que los zapatos solo combinen con un vestido en particular con lo que hay una necesidad eterna de comprar zapatos de mujer). Pese a ser domingo las zapaterías abrían porque el primer día de rebajas.

Me compré unos zapatos bonicos porque sí. Linea italiana, piel genuina, marrón oscuro.
Lunes por la mañana.
Me levanto media hora antes de que suene el despertador. La barriga controlada. Me pongo mi pantalón de pinzas, mi mejor camisa, me anudo la corbata, desato la corbata y hago el nudo otra vez, a la tercera me queda bien. Desayuno mi minibocata de queso, me tomo mi café. Me calzó mis zapatos. Parece que duelen un poco, “La piel cederá” me dijo la dependienta. Te podrías comprar un traje de buzo de hierro y te dirían lo mismo.

Salgo a la calle y los zapatos duelen un poco más. Tras dar dos pasos pierdo pie, como si estirarán del pie como una cuerda lanzó el pie hacia delante en un resbalón de esos que servirían para ilustrar un diccionario y caigo al suelo como si quisiera partir nueces con el culo. Mi primer pensamiento: “A que he pisado una mierda y encima me he sentado encima” Pero no había ninguna bajo de mi, solo que la suela del zapato era de cuero y parecía como si la hubieran limpiado con aceite.

Entre la vergüenza y el dolor de culo di un par de pasos acelerados intentando salir del ángulo de visión de posibles espectadores y se me olvidó cuidar como pisaba para no provocarme rozaduras. Tarde. Unos metros abajo las rozaduras fueron ampollas y las ampollas heridas sangrantes. Llegué al metro como pude caminando como si a Chiquito le hubiera entrado un apretón.

Consigo llegar a la empresa. Me siento en el despacho del jefe y oigo dentro de mí un GRAURGLGLGLGROUMOMOMMOMMOUM, las tripas estaban despertando. Tal como tenía los pies no podía correr al baño. La opción del orinal estaba descartada. A riesgo de que fuera lo último que hiciera dentro de la empresa me quitaría los zapatos a lo Chambao y saldría corriendo. Pero conseguí controlarlo con un poder mental tan bestia que me estoy planteando dar clases de “Controla tus tripas”.

El jefe me explica cuatro cosas y me dice “Ven que te presento a parte del equipo” Sale al pasillo ágilmente y yo lo sigo todo lo rápido que puedo, viendo como estaba en ese momento mi poder era escaso. Estaba por un lado intentando caminar de forma que los zapatos me rozaran lo menos posible pero que además me permitiera controlar las tripas pero sin apoyarme mucho en la pierna que había salido peor parada de sentada popular a la puerta de mi casa.

Cuando llegué al pasillo solo habían puertas cerradas de despachos y no era plan de ir picando a todas las puertas diciendo “¿Dónde estaaas?” Me quedé parado en el pasillo como niño que se ha perdido en el Carrefour esperando que vinieran a por mi. Al poco rato apareció de un despacho la cabeza de mi jefe con cara de preocupación, me acerqué a el con una ostensible cojera por dolor pero también para que se diera cuenta de los motivos de mi extraordinaria agilidad.

No me echaron, mi me devolvieron a mi empresa, todavía sigo por aquí diciendo barbaridades en inglés.

08 julio 2009

La llegada a Mykonos


Tras unos días en Santorini tocaba coger un ferry hacia Mykonos. Los de la compañía de alquiler de coches quedaron con nosotros en que nos acompañaría un buen hombre, que ya nos vino a buscar cuando llegamos. La ida hacia el ferry fue todo la tranquila que puede ser una conducción normal por atenas que se puede resumir en que hay zonas en que esta permitido adelantar y zonas donde est prohibido si lo haces sin pitar, pitando se permite todo.

Al llegar al puerto todavia no habia llegado el ferry con lo que tocaba esperar un poco, nos sentamos en una terraza que daba al puerto para controlar si venía el barquito. Fue sentarnos y tres autocares aparcaon delante con lo que solo podíamos ver a un hombre con la embergadura suficiente como para haber estado comiendo balones de nivea hinchados chillandole a una especie de policia.

Me pido un frappe gelato, me lo traen y en la nota pone 6.50€ (toma paga el gusto y las ganas por tomar un café con leche y una bola de helado de vainilla. Busco en la cartera y no hay nada, busco en el monedero y 4€. Le doy la tarjeta a la camera y me dice “Only cash”. Le pongo cara de “¿te doy cuatro euros y me dices hasta donde bebo?”

- En el mini market hay targetas – me dice ella en un ingles que rivaliza con el mio en pronunciación
- Que modernos
- A lo mejor pueden hacer algo
- Si, recomprarme el café por 2€ y entre todos los pagamos. Ir?
- No hay problema

Me espero un rato sin tocar el café, me giro a la camarera esperado que me dijera si me daba su bendición para tomar el café y me dice

- Tienes problemas - Hay Dios!!! que me manda unos sicarios
- Pues o tienes amnesia o eres tonta. Tengo 4€ no me llega
- Minimarket

Voy

En el minimarket

- Hola estoy en el bar junto. Tengo un café y tengo 4 euros – Tengo muchas cosas y tu no tienes nada – tengo una tarjeta pero no es suficiente. ¿Que hacemos?
- Te puedo dar cash con la comisión bancaria – en este momento habria aceptado dinero hasta con la venta de organos.

Consigo 20€, pago mi café y me monto en un barquito super chulo, rojo con publicidad de Vodafone. Flyingcat HellenicSeaWays, no olvideis nunca ese nombre.

El barco arranca, yo enchufo la DS y echo una partidita. Como unos frutos secos y el barco pega un bote. Un ooooh se escucha por toda la sala seguido de unos risas.

Hay una linea que separa el “uy que impresión me ha dado” y el “DIOSSSS que alguien pare esto”. El barco cruzo la linea y la convirtió en un recuerdo. Empezó a dar tumbos, el agua salpicaba el exterior y los pasajeros salpicaban el interior. Yo me mareo montado en tiovivo, aguanté una hora. A la hora estaba rebobinando el dia, primero salieron los frutos secos, despues el frappe gelatto, el desayuno y rebobiné más pero imposible de decir sin ser mucho más escatologico. Durante dos horas casi cada bote del barco hacía que viniera un buen hombre que tras una palmadita en la espalda me daba una bolsa nueva. Era lo más parecido a los repostajes de la formula uno, por la eficiencia del hombre pero al reves. No recuerdo haber vomitado tantas veces en mi vida.

En uno de los ratos de calma fui al lavabo a ver que tal era vomitar allí y me encontré con un negro de más de dos metros tanto de alto como de ancho que me dijo “Tanto cuerpo y estoy echo una pena” Como no podía sonreir le miré con cara de “No podria matarme usted ya y acabamos de una vez con lo que lleva el capitán intentando dos horas”.

La llegada a puerto fue uno de los momentos más felices de mi vida, delante nuestro una chica se tiró al suelo boca abajo. Mi mujer, que también iba mareada, me miraba preocupada porque iba como zombi. Pero no hay nada que un paseo por la bonita isla de Mykonos no arregle.

07 julio 2009

Santorini


Santorini es una isla preciosa, como ya escribiré Mykonos es también muy bonita, pero Santorini tiene algo especial. Será por los pueblos que recorren los acantilados, lo blanco de todas las casas con los azules techos de las iglesias.

Llegamos a Santorini desde Atenas con un ferry. El barco tardo nueve horas, nueve horas que se dice rápido, en recorrer la distancia que separa el puerto de Pireas del de Thira. El barco estaba divido por clases, como si de una metafora de la vida se tratara, la mia era economica, como si de una metafora de la vida se tratara. La clase economica tiene derecho a sentarse, por curioso que parezca hay una clase inferior que tiene derecho a que te lleven y a pelearte cuantas veces quieras por conseguir una silla.

La llegada al puerto desde un ferry es muy curiosa. Dentro del barco la gente se agita, baja a la bodega recoge las maletas y nos ponemos todos tensos justo en la rampa que se ha de abrir para que salgan los coches. Las abuelas te pisan (las abuelas son internacionales, por definición una abuela ve una puerta que se va a abrir y te pisa, y si estás apartado te busca y te pisa y vuelve a su sitio), los niños gritan (los niños no soportan las puertas cerradas, es ver una y ale a gritar a lo que den los pulmones), el resto nos miramos con cara de "pues nueve horas no son tantas".

Las puertas comienzan a moverse lentamente para darle emoción, las abuelas pegan patadas todo lo que le dan de si las caderas y los niños ya no pueden gritar. Si en todo este lio apareciera Mel Gibson con la cara pintada de azul y gritando "QUIETOS, QUIETOS!!!" nadie se extrañaría.
Con la puera bajada del todo sale la gente como si fuera a conquistar la playa pero el problema es que al otro lado está el ejercito enemigo compuesto de Hombres con carteles buscando otros hombres, hombres con carteles de hoteles, mujeres con poca ropa anunciando discotecas.

Conseguimos atravesar toda la marabunta y llegamos a donde nos esperaba un hombre enviado por la agencia de coches. Era un hombre peculiar, como si primero hubieran hecho la nariz, las orejas, la boca y los ojos por separado y después se los hubieran enganchado a puñetazos. Después me entere que también era profesor de KickBoxing lo que hizo que mi nive de amabilidad con él llegara a limites nunca vistos.

El hotel era precioso una serie de apartamentos apiñados en la parte más alta del acantilado con vistas a Thira, Oia y la caldera. Da igual que pudieran construir un centro comercial con un parking grande como una pista de aterrizaje, si han de construir dos casas en Grecia las apiñan, como para llevarte mal con los vecinos.

El dueño del hotel resulto ser un simpatico hombre que me indico que ver, que comer, que hacer, que mirar, en que orden ver las cosas. Vamos que el hombre estuvo como una hora hablando en Ingles y yo siguiendole lo mejor que podía.

De la isla poco anecdotico que contar, es muy bonita, muy recomendable, incluso para estarse mucho tiempo disfrutando de cada pueblo, de cada rincón. Buscando los sitios donde no vayan los turistas, bueno en realidad soy un turista pero asocial, no me gusta ver otros turistas.

Como curiosidad, la puesta de sol en Oia, Ia o A (como yo entendía que la llamaban). El sol se pone, vamos como en todas partes, pero la isla se para. La gente va a un punta del pueblo, se pone a mirar al sol. Yo mire tanto el sol que veia lucecitas por todas partes, pero se sigue mirando el sol. Cientos de personas mirando el sol durante más de una hora y mientras el sol ajeno a nosotros se iba poniendo entrando en una isla (en realidad no entraba en ningún sitio, tengo entendido que el sól está mas lejos que la distancia que había entre las dos islas). Hay un molino que se niega a dejarse dominar por la borrachera de rojos y najarans que llenan el aire y se mantiene orgulloso en su blanco encalado. Después todo sucumbe, las nubes cierran el espectaculo y el rojo sangre se deshilacha dejando que un azul intenso vaya introduciendo la noche (No direis que no me ha quedado bonito)

Algún día volveré...