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31 enero 2006

Patinaje artístico... o no


Yo, que tengo más moral que el Alcoyano, sigo en mi intento de encontrar un deporte que me guste y no me lesiones, casi es más importante lo segundo. Nadie me puede negar que no le haya puesto empeño probando diferentes deportes y las desgracias que con en las pruebas me pasaron.
Hace mucho tiempo, como 10 años, intenté con el patinaje sobre ruedas, que para mi nivel era mantenerse de pie con unas botas, que no se las pondría ni un mendigo de lo gastadas que estaban, con cuatro ruedas en paralelo enganchadas a la suela.

Era un verano caluroso, de los que hace estallar a las chicharras, estaba con mi familia de vacaciones en un pueblecito de la costa gironina, disfrutando de asarme al sol. No estábamos solos, por aquella siempre íbamos de vacaciones con otra familia de amigos y aquel día mi amigo se fue con la bici, así que me fui con su hermana a una pista de patinaje a “probar” a ver que tal se me daba.
Alquilamos las botas en la taquilla, que como he dicho antes, las botas eran de la época en que se fundó el pueblo. Y entramos en la pista que resulto tener la forma de un huevo, con el suelo de hormigón y… en un lateral unas escaleritas que subían a una plataforma elevada que al otro lado tenían una rampa, para darle emoción. ¿A que mente preclara se le ocurriría poner escaleras en una pista de patinaje? Esto es alguien que no ha probado nunca de subir cuatro escalones con unos patines puestos.
Las primeras vueltas evidenciaron mi poca gracia con ruedas bajo mis pies, que habría zombis de los que salían en la película de “28 días” que lo harían con más gracia que yo. Esas primeras vueltas consistían en: Doy dos pasos, me caigo de culo, me levanto, me caigo de morros, me levanto y doy dos pasos hasta caerme de culo y empiezo de nuevo. Es como volver al primer año de vida, era incapaz de mantenerme de pie.
Pasado el rato, cuando ya era capaz de dar pasitos, que no patinar, sin caerme me crecí, y ya iba como si me fuera a presentar a las olimpiadas, así que subí los cuatro escalones, no sin esfuerzo, y me tiré por la rampa, como digo la palabra exacta es tiré y no bajé, porque fue sin control. Frené contra la barandilla primero y el suelo me acogió entre sus brazos, pero lo había conseguido así que di la vuelta entera otra vez a la pista y volví a los cuatro escalones, paré, cogí aire y bajé…, bajé como si tuviera un palo de madera enganchado en la espalda, recto, en toda mi vida he ido con los hombros tan atrás. Lo que viene ahora es difícil de explicar, más si no habéis probado de patinar nunca.
Al bajar medianamente deprisa y recto como un palo mi centro de gravedad estaba detrás de mi, tendría que haberme inclinado un poco hacia delante, pero nadie me lo dijo y ahora que lo se pues no me sirve de nada. Cuando uno se olvida su centro de gravedad detrás suyo, no es como cuando te dejas las llaves, tu cuerpo siente la necesidad de ir a buscarlo cuanto antes, así que por voluntad propia empieza a inclinarse hacia atrás. Si no hubiera tenido ruedas debajo de mis pies no habría problema, pero la cosa es que cuando mi angulo hacia atrás era bastante acusado se me fue la pierna derecha disparada hacia delante, en un intento desesperado por enderezarme encogí la pierna derecha mientras que ahora la izquierda salía disparada en una bonita patada. La sensación de que todo tu cuerpo ha decidido sublevarse es horrible. En este momento yo estaba bailando una especie de polka loca alternando la pierna de apoyo hasta que conseguí estar paralelo al suelo, este instante es muy parecido al que vivi cuando se me salió la rueda de la bici, era plenamente consciente de que la torta que me daría en breve sería de las que recogerían los libros de historia, por instinto pensé “Como me caiga así me reviento los riñones en el hormigón” el cerebro por iniciativa propia mandó estirar el brazo izquierdo, que contactó con éxito en el suelo antes que mis riñones. Pero era una situación que no se podía alargar por mucho tiempo así que cuando el resto de mi cuerpo se dio cuenta de la gravedad en su descenso el brazo recibió la presión de mis kilos que no son pocos y se dobló, podía haberse doblado como tiene por costumbre hacerlo, vamos con la mano hacia delante y codo hacia atrás, tuvo a bien probar métodos nuevos así que el codo cedió hacia delante. En el momento no duele el codo, duele el costalazo que me pegué, pero dos segundos más tarde el codo reclama su atención. Intenté levantarme y en un alarde de inteligencia lo hice apoyándome en el brazo izquierdo, que para entonces ya había cogido la habilidad de doblarse en cualquier dirección, aquí uno aprende idiomas solo para poder maldecir en varias lenguas.
Cuando me puse en pie, fui con mi brazo izquierdo cogido como si fuera un bebe a la taquilla, y le expliqué a la que alquila las botas lo que me había pasado a lo que me respondió: “Pues yo solo tengo alcohol”. Cuando llevas una hora cayéndote, tienes la seguridad de que te has roto el codo, los modales es una cosa que deja de ser prioritaria, así que le conteste: “Y ¿que quieres que haga? ¿Qué me lo beba? Vete al bar a buscar hielo.” La chica obedeció y me trajo una bolsa de cubitos que me duró hasta el hospital.

Un hospital de pueblo costero en vacaciones es lo más parecido a uno de campaña en mitad del frente en la segundo guerra mundial. Los enfermos en los pasillos, en todos los pasillos, ibas al lavabo y había tres enfermos junto a la lavamanos, los medicos iban correteando por las cortinas, tratando una picadura de medusa que una gastroenteritis. A mi me toco en suerte una mujer mayor de vecina de cortina, yo solo oía su voz y aquí transcribo la conversación:
Doctor.- Tenemos que hacerle esta prueba para saber que tiene
Mujer.- Pero no hay otra forma
D.- Es la unica
M.- Pero no me metan los tubos…
D.- Hay que hacerlo. (ininteligible lo que le dice)
M.- PERO POR AHÍ NOOOOO, POR AHÍ NOOOO
Y se la llevaron, cuando vino la doctora con los resultados de las radiografías, me dijo que me lo había roto todo, huesos, ligamentos, tendones que no se apreciaba lesión de nervios pero que cabia la posibilidad, que me iban a enyesar y que cuando llegara a Barcelona si me seguía doliendo que fuera de Urgencias otra vez…
Pero eso ya lo contaré otro día que hoy me estoy enrollando mucho, lo importante es que esta es la razón por la que no me vereis nunca compitiendo en las olimpiadas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado tu relato, al que he accedido buscando información acerca del patinaje.

Muy bueno.