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01 marzo 2011

... y van ¿Cuantas?

Hará cosa de un par de meses hice algo que en un mal día te provoca un trauma, me pesé. La bascula y yo no tenemos una buena relación, es como el chaval que te quita la merienda en el cole. Sabes que está ahí pero no te acercas porque nada bueno te va a traer.

El caso es que me pesé, tras validar que había subido yo solo y que con mi peso dividido en partes iguales podía formar una pequeña comunidad de hobbits dispuestos a vender anillos en tiendas de ¨Compro Oro¨, decidí que tenía que hacer algo. Lo primero que se me ocurrió fue dejar de hacer, dejar de comer tanto vamos y tras un mes de lloros y ausencia de chocolate me apunté al gimnasio, otra vez.

He estado un mes corriendo en cintas, peleándome con maquinas de steps, pedaleando en bicicletas estáticas. Normalmente la gente que frecuenta mi gimnasio tiene las inquietudes intelectuales de una polilla, si brilla mola. Pero si te paras a pensar te empiezan a dar pena los hamsters, estas ahí pedaleando hasta echar los pulmones por la boca para no moverte nada, corres hasta que los gemelos se te suben a los glúteos para que la maquina pinte otra linea roja.

Ayer me atrevía a hacer una clase dirigida, CTC se llama. Vendría a ser algo a si como Condicionament Total de Cos o Acondicionamiento total del cuerpo. Fui con un amigo. Él está bastante mejor de forma que yo, cosa que no es extraña porque para encontrar a alguien que estuviera peor tendría que buscar en geriátricos.

Las señales hay que saber interpretarlas, si en un clase solo hay dos chicos y tú eres uno de ellos, eso es una señal. Las mujeres dan a luz, sacan niños de cuatro quilos, tienen movimientos hormonales que convertirían a Bruce Willis en la señora Doubtfire, ellas están acostumbradas a sufrir y al dolor. Pero no atendí a las señales.

Me coloqué junto a la pared, casi en el hueco que anteriormente había ocupado esa especie de alfombras azules que han absorvido el sudor de generaciones y allí donde me viera demasiado me coloqué junto a mi amigo.

El monitor empezó a hablar:

- Hoy haremos monmonmonmonmonmon - no oia nada. - monmonmomnomnnmancuernas y sobre todo monmonmon inferior monmonmon monmon usar. VENGA COMENZAMOS. - Y puso la musica a un volumen que convirtió la clase en subwofer de discoteca de titanes.

Frente a mi habia colocado un step y una alfombra azul de esas, lo mismo que la chica de al lado. Ella se sento de cuclillas sobre el step. Yo también. Se levantó y yo también. Era como volver a los cinco años.

- Tocando - dijo el profesor

Miré para ver que habia que tocar, me tenía que ir haciendo notas mentales para ir recordando. Nota Mental 1: Tocar significa pataditas con la punta del pie al step. Nota Mental 2: Una patada con la intensidad inadecuada manda el step bajo los pies de la chica de delante.

- Al centro y momnmonomon - Me estoy quedando sordo.

La chica de al lado vi que subia alternativamente con los pies al step y yo a imitar. La cosa fue variando a ahora subo con los pies juntos, ahora solo con un pie, ahora patada, ahora encojo.

- Al centro, patada, monomonomonmon, vuelta a comenzar, me bajo, corro en el suelo. - El profe se había vuelto loco.

Nota Mental 3: El numero de pasos consecutivos que soy capaz de retener se limita a uno.

Cuando me giraba a mi derecha estaba la chica que imitaba y podía hacer mas o menos la mitad de lo que se tenía que hacer pero al girarme me encontraba cara a la pared y la pared, pese a ser muy fácil de imitar no me servia en exceso.

Detrás de mi se había colocado una chica que claramente estaba ahí por los mismos motivos que yo, perder peso. Empezamos los ejercicios con mancuernas, yo cargaba con cuatro quilos y teníamos que hacer un movimiento parecido a tener que remover un puchero de manteca de 50 kilos. Justo en el momento en que la inercia era máxima, mis brazos se extendían hacia la izquierda, manos juntas, veo aparecer junto a mi hombro la cara de la chica que había decidido cambiar de alfombra. Mis manos ya iban para allá y no iba a ser una cara poco agraciada lo que las pararan. Mi cerebro intentó pararlas, peró la cobertura no era buena y no llegó ninguno de sus mensajes. Mis manos cargadas con dos mancuernas de cuatro kilos siguieron su inexorable camino hasta encontrarse con la frente de la chica. Si hubiera podido hablar me hubiera disculpado. Cuando tienes que acordarte de que tienes que respirar, el sudor te empapa los ojos y tienes que fruncir el ceño en un intento por evitar el escozor de ojos, por no hablar de los gruñidos caninos de forzar musculos que solo habían servido hasta ahora para cargar las bolsas del carrefour, te das cuenta de que tu expresión no expresa la mayor humanidad y compasión. Pese a que le intenté poner la mejor de mis miradas de perdón creo que mi expresión reflejaba más ¨Te mataré a golpes de mancuerna, estoy todo loco¨.

La clase siguió, hoy tengo ahujetas pero estoy contento, lo mismo repito y todo.