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17 febrero 2014

Escapando de una mesa hundida

Escuchaba en la radio, en RAC1, recomendaciones de restaurantes románticos para la noche de San Valentín. Creo que es una bobería tener que hacer cosas románticas por temas de calendario porque le da al hecho el romanticismo de la declaración de hacienda, hay que hacerla porque toca aunque ganas no haya demasiadas. El caso es que me gusta escuchar recomendaciones de restaurantes y uno de los que recomendaron coincidió que había estado la semana anterior, era el restaurante Indochine en Barcelona.

El restaurante Indochine es espectacular, una cocina muy cuidada, camareros muy atentos, platos muy bien presentados, pero la decoración... que decoración. Me podrían haber puesto para comer un bigmac y me habría parecido alta cocina. Todo el local esta como inundado y las mesas en parte hundidas, una zona es como una choza flotante. Por el agua se mueven libremente unas carpas del tamaño de un tiburón pequeño y todo esta repleto de velas y orquídeas. Todo está dispuesto para que al sentarte quedes a la altura del suelo que es una pasarela de madera y el agua te quede a escasos centímetros del asiento. La mesa y los asientos no se pueden mover. Ante esta descripción espero que si alguno de Galicia está leyendo esto ya esté mirando vuelos para venir a Barcelona.

Pese a todo lo descrito yo no lo incluiría en mi lista de restaurantes románticos. El banco sobre el que te sientas queda ligeramente bajo la mesa para que sea cómodo comer y lo consigue. El problema es entrar y salir de la mesa.

Cuando vi la mesa lo primero que pensé fue "los dos cojines los voy a mandar al agua pero ya", empecé a introducir una pierna y al darme cuenta de que la pierna seguía unida al resto de mi cuerpo me vi forzado a empezar a bajar todo yo. En este punto ya no me preocupaba que los cojines acabaran en el agua solo me preocupaba que yo no les acompañara. Yo, que tengo referencias anteriores de mi torpeza, sabía que había posibilidades muy altas de que no todo acabara seco esa jornada. Conseguí meter ambas piernas y acabar sentado cómodamente habiendo pasado una tensión parecida a la de un artificiero daltónico con un ataque de hipo.

Una vez sentados los dos, había un tema recurrente en nuestras conversaciones "¿Cómo saldremos de aquí?" A nuestro lado había sentadas una pareja de mujeres de cierta edad y una envergadura considerable. Teníamos la esperanza de que acabaran antes que nosotros y pudiéramos ver la táctica de salida de la mujer mas grande, pero las condenadas se pusieron a hablar y se entretuvieron.

Un poco más alejado había una familia con un abuelete. Este sería nuestro candidato para ver su salida. Pero lo que vimos aquí fue una escena muy triste. Toda la familia se despidió de él y se levantaron y se fueron dejando al pobre abuelo allí, supongo que volverían después y que no lo dejaron allí solo porque no poder sacarlo. Si alguno va y hay un abuelo sentado en una mesa larga no es de atrezzo.

Una chica jovén delante nuestro salió de la mesa, lo hizo hasta de forma elegante y en dos o tres movimientos estaba de pie en la pasarela. Yo como si de una clase de aerobic se tratara intenté memorizar todos los pasos.

Llegó el momento de salir, y como si de una clase de aerobic tratara me di cuenta de que algun paso me estaba saltando. Mi pierna tiene un angulo máximo en el que puede ser doblada y ese angulo era claramente insuficiente para poner el pie en la pasarela. Moví la pierna hacia atrás y conseguí colocar la rodilla sobre el banco dándole una patada a mi abrigo que rozó el agua, el segundo cojín aterrizó en la parte seca del suelo como podría haber aterrizado en mitad de las carpas. Con una rodilla en el banco tomé impulso y libere la otra pierna, como único apoyo tenía la rodilla sobre el banco y mi equilibrio nunca será algo de lo que hablaran las leyendas. A riesgo de irme de lado al agua tuve que poner las dos manos sobre la pasarela y poner la otra rodilla sobre la pasarela. La separación entre rodillas era considerable en este punto así que gracilmente le di otra patada al abrigo y coloqué la otra rodilla en la pasarela. VOILA! estaba a cuatro patas en el pasillo de un restaurante. Hay algunas fotos realizadas por mi mujer que ya contaba con el espectáculo.

No entraría dentro de mis planes para una cena romántica quedarse a cuatro patas en el restaurante, esto hace que no entre en la lista de restaurantes románticos, pero si alguno cree sus capacidades de escapistas son suficientes es un restaurante que recomiendo.