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06 febrero 2015

Sueños de dientes, realidades de muelas

Hoy he tenido un sueño de esos inquietantes. No recuerdo el contexto, solo recuerdo que en un momento he empezado a escupir dientes, no había sangre sólo escupía dientes como si me sobraran.
Este sueño me ha hecho recordar una experiencia aún mas inquietante cuando tuve que ir al dentista para que me arrancara una muela.

Mi dentista, que en realidad no es mía (creo que no es legal comprarse humanos de ninguna profesión), es un poco peculiar; pero buena en su peculiaridad. Es muy simpática y muy bajita y no muy corpulenta. Esto hizo que lo primero que pensara cuando me dijo que me tenía que sacarme la muela fuera que si ella podría.

Antes de llegar al día de la extracción ya había tenido que ir varias veces a tapar agujeros como si me hubiera tocado la lotería. Si bien mi dentista es un ejemplo de dedicación sus ayudantes son la viva imagen de la desgana, tanto es así que en más de una ocasión tuve que coger el aspirador de baba maldito para colocarlo bien porque la buena chica lo ponía en el único sitio seco mientras miraba muy interesada el funcionamiento de las bombillas de bajo consumo del techo.

Siempre me han fascinado los dentistas. En cualquier otra circunstancia veríamos extraño que una persona se pusiera a unos centímetros de nuestra cara mirándonos la boca como si esperara que ocurriera algo.

Llegó el día de la extracción. Yo iba tan tranquilo como una vaca entrando en un McDonalds. Saludé a los que esperaban sentados como si fueran gladiadores mancos esperando a entrar en el circo.

- Hola David. Vamos  a ver que tal vas

- Un poco nervioso – En este momento me sudaban tanto las manos que había un riesgo serio de morir deshidratado

- No pasa nada – Posiblemente a ella no le pasaría nada. Yo iba a pasar por cosas – Vamos a ver la muela. ¿Te duele?

- Si que duele hoy la quitamos no

- Hay que mirar porque como es la del juicio puede resultar complicado – En este momento podría haber arrancado los pequeños reposabrazos del asiento. Por cierto ¿quien diseña esos asientos? Si dejas los brazos colgando es posible que en algún momento toques al dentista y le incomodes y mi interés principal es que ella estuviera lo más comoda posible y acabara pronto. Si cruzas los brazos es raro, parece que estés enfadado y solo queda la postura de barrera en una falta de futbol con las manos tapando como si esperaras que en algún momento se cayera el foco ese de Batman que utilizan para iluminarte y te esterilizara.

- Pues si es complicado no se

- No mira la muela está abajo y ahí es más fácil sacarla porque es esponjoso – Primero, la muela siempre estuvo abajo. Las muelas son de natural quieto y segundo no sabia que mi barbilla es esponjosa

- Bueno te voy a dormir

- ¿Entero?

- Que gracioso, coge aire y suéltalo – mientras decía esto cogía esa jeringuilla de metal tan tranquilizadora que parece sacada de una peli de médicos locos nazis. – Esperamos un momento a que se duerma

Esperamos un momento, un momento que en mi mente duró más que algunas civilizaciones clásicas, y empezó a meter en mi boca utensilios: el aspirador, un espejito, unas pinzas y unos alicates. Ayudante y dentista estaban mirando dentro de mí como si me fuera a psicoanalizar. Yo miraba las bombillas de bajo consumo que por momentos también a mi me parecían muy interesantes.

Empezaron a tirar de la muela como si quisieran sacarme la mandibula por la boca y tras un rato la dentista le dijo a su ayudante:

- Trae LA LLAVE  - lo dijo en un tono como que en realidad era una forma de hablar. Como si en realidad la llave era la forma como conocían a un dentista Serbio exboxeador. – La llave de pico de loro

Al momento bajo la ayudante con un paquete en las manos de un tamaño que hacía pensar que inicialmente no fue diseñada para ser introducida en una boca.

La llave de pico de loro se agarró a mi muela y la empezó a mover de izquierda a derecha con mucha insistencia. Si hubiera podido le habría dicho a mi muela: “Mira muela es hora de irse, tienes que ver cuando no eres bienvenida en un sitio. Tienes que pillar las indirectas y si te están reventando con unos alicates que podrían arrancar los tornillos de un submarino es momento de irse y ver mundo”

Finalmente una sensación de liberación. Como cuando te quitas unos pantalones que te van pequeños. La cara de satisfacción de la dentista lo decía todo y el sabor a metal oxidado en mi boca decía el resto.

- Ya ha salido. Tenías muchas raíces

- ¿Gracias?

- Voy a ponerte esto para ver como cicatrizas – y diciendo esto me metió 3 metros de gasas en la boca

Al rato quitó las gasas y miró al hueco dejado por la muela que se fue.

- Cicatricas muy rápido, no te pondré puntos – Me abstuve de decirle que soy como Lobezno (Wolverine) pero como si se hubiera descuidado un tiempo

La cicatriz quedo, la muela estará ahora en el cementerio de las muelas y en breve me tocará ir a hacerme una limpieza.

Los dentistas que haríamos sin ellos.