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09 enero 2006

Viajar en Metro - Relaciones personales

Un grupo de gente que se ve todos los días, a la misma hora, que comparte un espacio reducido durante un rato mas o menos largo de tiempo tendrían que acabar siendo amigos, pero esto no es así en el maravilloso mundo del metro.


El metro tiene capacidad sedante y provoca que la capacidad de relacionarse con el resto de congeneres se anule. En verdad es como si el metro fuera un ascensor gigante, bueno peor que un ascensor gigante, porque al menos en los ascensores la gente saluda y dice eso de "¿A que piso va?". Pero ¿alguien ha probado alguna vez de saludar cuando entra en el metro? La verdad que yo no tengo la costumbre (asocial que es uno) pero un día se me escapo al entrar en el vagón, dormido que va uno, y da la impresión que uno ha roto una norma no escrita, me sentí igual que él dia que me sonó el movil con la canción de buleria en mitad de la biblioteca en epoca de examenes universitarios. La gente te mira, no como si fueras extrangero, como si fueras extraterrestre o tuvieras algun tipo de enfermedad.
Otro intento que he intentado a veces es sonreir, de pequeño me dijeron que una sonrisa puede relajar un ambiente tenso y ¿alguien conoce un ambiente más tenso que un vagón de metro? Si seguro que en los corredores de la muerte americanos hay mejor ambiente. Bueno pues uno que es optimista va y sonrie al que tiene sentado justo al lado y pueden pasar dos cosas.
  1. Es un trabajador que va a comenzar su jornada laboral con lo que te devuelve una mirada cargada de resentimiento, supongo que por su cabeza debe pensar algo como esto: "Aqui va uno que no pega palo al agua si trabajara como yo ya verias como no sonreia tanto." Y uno que siente hasta dolor fisico al soportar esa mirada esta tentado de decirle "Perdone mi sonrisa, en verdad no es que sea feliz era solo una mueca que nunca más repetirá."
  2. Es una persona del sexo opuesto. Y la primera idea que se le pasa por la cabeza es "Este/esta quiere ligar conmigo" y da igual que el objeto de nuestra sonrisa pudiera ser la hija de Nosferatu casado con una troll de David el gnomo, en el momento que recibe nuestra sonrisa es como si le hubieran puesto la banda de miss España (aunque viendo las ultimas misses tampoco es que esto quiera decir mucho). La mirada que devuelve es de "chaval no tienes nada que hacer conmigo, estoy muy por encima de tus aspiraciones" y por instinto en este punto pongo mi mano izquierda más visible y la alianza tiene el efecto de un bofetón que devuelve a la realidad, es como la marca de la vacuna de la tuberculosis, indica que ya no puedes estar tan enfermo...

Pero no todo son malas experiencias, hay gente ,y esto me lo han contado porque a mi nunca me ha pasado, que es capaz de enamorarse en el metro y vaya como sufren. Pongamos una chica xx y un chico xy. Xx coge el metro a las 8:50 de la mañana, ultimo vagón, ultimo banco y cada día ve aparecer corriendo a Xy que se queda de pie en el último vagon, última puerta. Y ahora tendría que pedir a Danielle Steel que describiera a XY como lo ve XX pero el caso es que la llama del amor surge en ella, porque XY que siempre va corriendo le funciona el cerebro lo minimo para mantenerse erguido, controlar el esfinter y procesar 1 de 25 imagenes, asi que XY vive en ignorancia del amor que del que es protagonista. A fuerza de verlo XX ya casi se siente novia de XY, cada día quedan (a las 8:50 en el metro), ella le habla, bueno piensa que le diría, XX no vuelve a coger la baja aunque tenga que ir con un pulmón de acero a trabajar, si XX es estudiante sigue yendo a estudiar aunque sea Agosto o hayan demolido el instituto. Tambien puede pasar que un día XY se retrase y justo cuando las puertas se empiezan a cerrar XX vea que llega al andén XY pero no pasa nada porque XX se lanza a la argolla de alarma y para el metro, es más si pudiera paraba el mundo para XY coja el metro.

Estas bonitas historias de amor acaban como empezaron o a XX se le hace dificil explicarle a sus padres porque sigue yendo al instituto con 45 años, o se va del trabajo o XY desaparece y donde acaba la realidad empieza el mito.

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