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02 mayo 2011

La tortura cura

"Siéntate bien". Todos los que trabajamos sentados en oficinas escuchamos este mantra que nos van diciendo que nos quejamos de la espalda o cervicales; como si fuera tan sencillo eso de sentarse bien cuando el pc se empeña en hundirte en la miseria, no es por gusto, es que tu posición refleja tu estado de ánimo.

Llegué al punto, no hace mucho, que tenía las cervicales como pelotas de golf y siempre mareado como si me hubiera bebido una cerveza (es que yo tengo muy poco aguante). La cosa no podía continuar así, decidí hacer algo y empecé a quejarme. Poco alivio encontré así que, por el bien de la gente que me rodea, decidí dejar de quejarme y pasar a la acción. Busqué en mi agenda y bajo la "B" apareció Brian como descripción "Osteopata".

Un osteopata es un médico, que formado en las buenas artes de la tortura, sabe parar antes de la fina linea que separa la tortura de la cura.

Llegué a la consulta de Brian. Cogí el Pronto, porque esto da igual, puedes ir a cualquier médico del globo terráqueo que siempre podrás leer un pronto antiguo. Estaba yo muy interesado porque parece que Chayo se separa de su novio o se casa con el, Chayo sonrie mucho (entonces posiblemente se case). Sale Brian.

- Ya puedes pasar - Me dice Brian, con ese acento que tienen los ingleses que han aprendido castellano. - Quitate la camisa y pantalones.

Los medicos son de ser muy directos, ni un besico, ni una carantoña. Pantalones fuera pierdes toda la dignidad.

- ¿Qué te pasa David?
- Me duele la cabeza - me toca la cabeza - me duele la espalda - me toca la espalda - y las cervicales - aqui me coge las manos, las pone sobre mis rodillas con las palmas hacía arriba (yo estaba sentado sobre la camilla) y me coge de las manos como si fuera a confesarme su amor, y que un inglés se me declarará no entraba en mis planes, pero estaba semi desnudo y sin dignidad.

Sin previo aviso me giró el brazo sobre la espalda como si me estuviera detuviendo, me coge del hombro y me lo cruje.

- Vamos ha arreglar todo lo que no me gusta - pues va a tener faena chaval, pensaba yo. - Tienes que cuidar lo que comes tumbate boca abajo - me muevo y camino a tumbarme me cruje las muñecas - porque lo que comes afecta a lo que eres no hagas fuerza - y me cruje las rodillas - porque si comes mierdas pastas ahora cuidado - me coge de los tobillos e intenta desenroscarlos, yo intenté decirle que hoy había ido con los de verdad y que no se sacaban.

Tras unos cuantos crujidos y dolor variado me dice:

- Bueno ya puedo comenzar - Todo lo anterior había sido como el calentamiento. - Nada de pan, no comas pan - me coge la nuca.
- Es que el pan lo hago yooooooo - Me coge como si fuera Steven Seagal y me tantea para ver si puedo verme el culo sin espejos.
- Haces pan no hagas fuerza o te haré mas daño - Esto es como si me hubiera dicho no respires o te dolerá más. Es imposible no ofrecer resistencia cuando sientes que te van a arrancar la cabeza y dartela en una bolsa del Pryca. - Pues si haces pan entonces bien, ¿Que le pones al pan? Ahora no te muevas echa aire...
- Le echo huevos, aceeeeeiiiiiiiiite - Cocina extreme, yo no puedo dar recetas mientras me rompen la espalda.
- La espelta es muy buena ahora te va a doler - Cuando no has llorado porque eso gastaría la poca dignidad que queda al estar en calzoncillos no ayuda saber que eso no había dolido. Entonces me clava el indice en el musculo que va del hombro al cuello y fue una explosión de alegría. - ¿Has probado la espelta o el centeno - y se quedó esperando mi respuesta.

Es una experiencia mistica, estaba descubriendo el dolor. El dolor llega con fuegos artificiales. Veía flashes y me costaba respirar, la pierna se me estaba encogiendo y el brazo se me había dormido y este buen hombre me pregunta por la espelta. No me plantee mandarlo lejos porque ya me había demostrado que no me había matado porque hoy no le apetecía y quien soy yo para hacer cambiar a un hombre sus preferencias, así que hice lo que de todo buen torturado, confesé lo que el torturador quiere oir.

- El centeno es bueniiiiismo - el dolor alarga las i - y la espelta no la he probado pero juro que compraré en cuanto salga de aqui y me alimentaré solo de ella si eso es bueno.

- No comas carne roja - y se me subió de rodillas en la espalda y sonó como si tuviera costillas pirotécnicas.

Me cogió de las cervicales otra vez.

- Ahora voy ha hacer que te duela la cabeza - Cuando ya esperaba un mazazo en la frente, me tocó las cervicales y comenzó una de mis cefaleas con todo su esplendor, un dolor que me atravesaba el cerebro como si quisiera salir por los ojos. - Ahora se va - y comenzó a apretarme la base del craneo hasta que vi una luz, un tunel lleno de gente que decía "no vengas" y el dolor desapareció.

-Bueno pues ya está, vistete y fuera ya te cobro.

Pague treinta y cinco euros por al sesión y no han vuelto los dolores de cabeza y las cervicales aguantan.

Que secretos encierra el cuerpo que hacen falta las torturas para sacarlos.