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27 abril 2021

Jugando con las opticas

Se me ha fundido una de las luces traseras de freno del coche. En casa cuando se funde una bombilla el máximo problema es que las bombillas de repuesto que tengo nunca son del mismo color de las que ya hay en la lampara y quedan dos bombillas con un color cálido y acogedor y una que parece que la haya robado de una morgue en Moscú.

En el coche es diferente. Cuando se funde una bombilla mi primer impulso es conectarme a la web de Renault y ver que ofertas hay en vehículos de ocasión. Luego se me pasa, me armo de valor y en no más de un mes me dispongo a cambiar la bombilla. 

Si no tenéis coche, para que os hagáis una idea, cambiar la bombilla de mi coche es como resolver un cubo de Rubik con una mano metida en un bote de Pringles al que has untado de grasa y le has pegado unas chinchetas. 

Eso las bombillas delanteras.

Pero las bombillas traseras, ay las bombillas traseras. Era mi primera vez, así que ayer me bajé al parking con una linterna, luego entro en detalles de las razones de la linterna, y una maleta llena de ilusiones.

El parking donde tengo el coche podría ser el escenario de una película de miedo si hubiera un poco más de luz. Está tan oscuro que hasta los murciélagos se chocan con las columnas. Pese a que cuesta verse los pies cuando caminas yo creí que era un buen sitio para cambiar la bombilla. Cogí la linterna como si fuera a investigar un crimen, abrí el maletero, abrí el manual por la página que pone Ópticas. Hago una pausa aquí. Yo no tengo estudios superiores, pero he visto conductores que seguro tienen problemas para acertar el pie correcto en el zapato. ¿De verdad creen los fabricantes de coches que vamos a ser capaces de entender sus manuales? Lo primero que busqué fueron luces… nada. Luego busqué faros… nada. Luego bombillas… nope. Cosas que brillan… nada. Seres de luz… El termino que para el señor Renault mejor describe a la luz es Óptica, que es donde fui el lunes comprarme unas gafas. Luego no se puede poner luz de freno porque sería demasiado evidente, es mucho mejor escribir indicador de stop. Señor Renault si está leyendo esto piense en sus clientes y escriba de una forma que hasta yo pueda entenderle.

El manual indicaba “desenrosque la tuerca uno”. En mi mundo de ilusión y fantasía, si en un manual pone desenrosque la tuerca uno, espero encontrar una tuerca con una etiqueta que ponga “uno”. Por si te pierdes en el manual hay un dibujo hecho por un abuelo de 90 años con el pulso de mi lavadora centrifugando, indicando con una flecha algo en un dibujo de 2cm por 2cm. Que te compras un coche de 20.000 euros pero el manual es de una calidad infame.

Después de 30 minutos atascado en el paso 1 de 8 guardé la linterna, la tapa y mi orgullo y volví a casa, esperando a atacar al coche como si fuera Drácula, a plena luz del día.

Al día siguiente después de trabajar volví con mi maleta llena de ilusiones, ahora sin linterna, a cambiar la bombilla. Llevé el coche a un descampado, abrí el maletero como si fuera a hacer un botellón, mi música favorita y una determinación inquebrantable.

Primer paso quitar una tapita. Quito la tapita. Queda una obertura en la que cabe mi mano, solo cabe mi mano, se hace hasta vacío. No cabe ni el aire que había. Tenía que buscar la tuerca numero 1. Aquí tienes dos opciones o encuentras un bebe extraordinariamente hábil con sus manos a la vez que fuerte o tienes que buscar la tuerca uno palpando. Es necesario tener un tacto digno de un ciego leyendo Braille. Quito la mano y me asomo a la obertura como quien se asoma al vacío, mi cabeza que es de un tamaño completito, hace sombra y no veo nada. Al final consigo intuir donde está la tuerca numero 1, que no tiene forma de tuerca. 

“Busque la tuerca número 1 y desenrosque” Primera parte conseguida, tuerca 1 encontrada, voy a desenroscar y me doy cuenta de que no está pensada para ser desenroscada por humanos. Son necesarias tener articulaciones que giren 180 grados, permitan hacer pinza y fuerza a la vez. Como si me estuviera torturando la inquisición consigo retorcerme suficiente para desenroscar la tuerca numero 1 y hacerme una luxación todo en un movimiento. 

Con la tuerca número 1 en la mano leo el siguiente paso: “Importante, no desenrosque del todo la tuerca número 1, manténgala en su posición” Con la resignación que te da saber que ya no hay marcha atrás, esperaba que cuando decía importante quisiera decir “Es mejor si”

“Desenrosque la tuerca número 2, sáquela y empuje hacia arriba la óptica” La tuerca numero dos estaba misteriosamente más accesible, fue mucho más fácil de desenroscar e imposible de empujar hacia arriba. Comprendí en ese momento que se refería empujar hacía arriba si el coche estaba volcado sobre el lado contrario, así que empujé recto y la “óptica” se movió. 

Con la óptica en mis manos llego el momento de quitar la tapa de las ópticas. Esta estaba protegida por 32 pestañas endebles que no quería romper. Es difícil ser cuidadoso cuando, del esfuerzo de desenroscar dos tuercas pellizcándolas como si fueran mofletes de bebe, tenía un pequeño temblor en los dedos. Consigo sacar la tapa y accedo a las bombillas, me siento como los exploradores que consiguen llegar a la cámara del tesoro.

El manual entonces me indica “CUIDADO. Las bombillas están sometidas a mucha presión y pueden explotar al ser manipuladas provocando heridas” Ante este mensaje para nada alarmante en mi cabeza el escenario era una sala de urgencias con cristales incrustados hasta en el cielo del paladar. Busco unos guantes y los únicos que encuentro en el maletero son los de hacer barbacoas, tendrá que servir.

Me concentró e intento hacer fuerza para desenroscar la bombilla sin apretar con unos guantes que resbalan. En el momento de máxima concentración, como si fuera un artificiero, noto como si fuera un pony que se me sube encima. Me giro y apoyado en mi espalda hay un pitbull, muy guapo aunque en ese momento no supe apreciar bien su belleza. El pitbull me da un lametón y me pide para jugar y si un perro te pide de jugar, pues se juega. Me saco los guantes y empiezo a jugar con el perro y en mitad del juego viene el dueño que es un señor de unos sesenta y muchos, con la mascarilla bajada fumando un puro

- Seguro que está buscando comida

- Pues no tengo mucha porque estoy cambiando…

- Siempre está buscando comida – El perro se mete en el coche – El otro día tuve que llevarlo al veterinario porque se comió un kebab de un hombre y luego se bebió una coca cola y un poco de cerveza

- ¿El hombre o el perro?

- Es que se lo come todo – Entendí que seguí hablando del perro

- Pues tenga que cuidado que …

- Si ya, en el parque había unos chicos que ponían trozos de carne con agujas pero ya los han detenido

- Menos mal porque … - Yo no quería hablar pero me hacía ilusión poder acabar alguna frase

- No me gusta los Samyong

- ¿Los coches?

- Son coreanos

- ¿Los coches?

- En la india venden un todo terreno que es igual que un gep por 10000 euros

- ¿Gep?

- Pero aquí no lo venderán

- No les interesará porque… - yo con tal que se fuera y el perro saliera del coche estaba por apoyar cualquier teoría que me planteara.

- Aquí no – mirada al infinito del hombre, como si tuviera recuerdos de la guerra – Bueno me voy que no me puedo quedar más – como si fuera yo quien lo estuviera entreteniendo

- Tranquilo que yo estoy … - ya se había ido

Con ánimos renovados después de esta animadora conversación consigo reemplazar la bombilla. Ahora hacía falta probar que estaba todo bien antes de montar la óptica. El problema es que yo no soy tan rápido como para pulsar el pedal, salir corriendo y ver si la luz se enciende. Pero para algo me tienen que servir años películas y series de crímenes. Todo el mundo sabe que si te quieres deshacer de un cuerpo en un coche buscas un palo que presione el pedal y hacia el precipicio. El palo lo tenía, utilizaría la barra antirrobo, el cadáver no lo veía imprescindible. Aseguré la barra contra el pedal, intentando asegurarme que pisaba el freno y no el acelerador y ví que todo estaba bien instalado.

Volver a montar la óptica me demostró que sí que era importante no haber sacado la tuerca numero 1 del todo. No sin esfuerzo conseguí volver a montarlo todo y en menos de una hora y media conseguí cambiar una bombilla.

Ahora tengo la mano derecha que me cuesta hasta quitarme las gafas pero ya estoy listo para frenar y ser visto.


23 diciembre 2017

Donde está el cuerpo esta el peligro

Es época de esquí. Ese sano deporte de pleno contacto con la naturaleza, con la blanca nieve cubriendo las montañas ahogando los sonidos y dando esa sensación de silencio y soledad solo rota por los gritos histéricos de los que están aprendiendo a esquiar. Mucho cuidado los esquiadores con lesionarse las articulaciones, tan comunes de los giros típicos del esquí y las caídas.

Como yo no esquío he tenido que romperme el peroné bajando de un bordillo.

Tenía pensado inventarme alguna historia para darle un poco más de toque épico, algo así como rescatando un gatito de un edificio en llamas, luchando contra un atracador (esto es más verosímil en mi barrio), pero al final he decidido ser franco (franco como adjetivo no como personaje histórico).

Caminando por la calle un bordillo salvaje a apareció, no lo valoré en su justa medida, me dispuse a cruzar la calle y pisé sobre una alcantarilla o sobre una baldosa rota o que soy torpe y no tengo que buscar excusas. El tobillo se dobló hacia afuera, el cuerpo decidió que tenía que seguir la nueva dirección que marcaba el tobillo. El cerebro sopeso riesgos y vio que seguir con esa tendencia me caería de lado sobre la carretera e intentó corregir la trayectoria. El tobillo hizo lo que pudo con la contraorden del cerebro y se torció hacia adentro. En este punto pude oír, algo que no me había pasado con otras roturas, un chasquido. Un chasquido que era la forma del tobillo de decirme "Mira yo hago lo que puedo pero no me pidas que yo solo mueva todo cuerpo de un lado a otro. Tendrías que haber hecho dieta y así lo mismo." Nunca un chasquido había dicho tanto. En una decisión un tanto extraña el cerebro decidió que lo mejor en aquel momento era correr hacia adelante. Era algo así como si te vas a caer mejor vamos a coger velocidad a ver si además del tobillo podemos romper algún diente.

Cuando solo faltaba que me subiera a un monociclo para acabar el espectáculo a lo grande conseguí cruzar la calle. Me sentía como si me hubieran disparado en el pie pero lo primero es lo primero. Me giré a ver si tenía espectadores. Tras de mí había una pareja que ya estaba buscando asiento y mirando a ver si podían conseguir unas palomitas. Estaba oscuro pero les miré con esa media sonrisa de "Circulen, no hay nada que ver, yo cruzo así siempre"

Intenté retomar mi camino pero vi que a partir de ese momento caminar se iba a convertir en algo fácil y divertido. Media hora más tarde estaba en el coche de mi padre camino a urgencias.

La llegada a urgencias fue normal, nada reseñable, un poco de espera y la sensación esa de "pues lo mismo no era tanto" a ver si apoyo el pie y el pie entonces mandaba esa señal de "como me apoyes te hago llorar".

Me visita un medico agradable posiblemente argentino.
- Parece un esguince
- Puede ser
- Haremos una radiografía
- Lo veo bien
- Ves a rayos - siempre me ha gustado eso de "ves a rayos" suena ves a rayos y organiza una tormenta - está al final del pasillo a la derecha
- ¿Andando?
- Si, está al final del pasillo
- Es que como me duele el pie
- ¿Mucho?
- Suficiente - Pero como uso los dos pies para caminar, que bien iría que alguien hubiera inventando algo parecido a una silla pero que tuviera ruedas para desplazarme y que si existiera este invento lo tuvieran en un hospital
- ¿No puedes caminar?
- Si tenéis alguna silla de ruedas - Sino nos os preocupéis que voy reptando por el suelo como si fuera Rambo cubriéndose del fuego enemigo
- Llamo a un celador y te llevan

Un celador viene con una silla de ruedas (al final si que existía el invento) y me lleva a rayos.

Tras ver las radiografías el traumatólogo me dice que al final si que tenía algo. Estaba roto el peroné, como un arrancamiento. Por lo que entendí el ligamento podía haberse roto pero en vez de eso decidió arrancar el trozo de hueso donde va unido. Se ve que suena peor de lo que es. Una rotura menor. Pero había que poner escayola.

Me dice el doctor "¿Qué prefieres corto los pantalones o te los quitas?" La opción era salir en calzoncillos o romper los pantalones. Valoré unos instantes cortar los pantalones pero al final decidí que ya me cubriría de alguna forma. Me quito los pantalones y, maravillas de las clínicas de pago, me trajeron unos pantalones de papel, no me los pondría para el día de mi boda pero salvaguardarían mi dignidad. Me intento subir a la camilla, que estaba a la altura como si hubieran tratado un jugador de la NBA antes, y oigo RAAAAS eso era el pantalón de papel y mi dignidad.

El médico ya estaba on fire. Empieza a ponerme capas de venda, capas de algodón, yeso, yeso, yeso. Le da forma como si estuviera haciendo de extra en la famosa escena de Ghost, que ahora que lo pienso hubiera estado bonito que ella hubiera sido traumatóloga y el novio muerto estuviera con ella dando forma a una escayola. El médico estaba un poco agobiado porque en el box de al lado había un hombre que se había roto la mano en una pelea y no tenía su mejor momento de amabilidad. Así que rápidamente me explico temas de reposo y medicación y se marchó y a su barco le llamó libertad, perdón que no es una canción de Perales.

Llegó otro celador y me iba a sacar a la sala de espera para devolverme a mis seres queridos.
- Perdone, antes de sacarme ¿no tendría algo para taparme el pantalón roto y conservar la dignidad?
- Otro pantalón
- Sea otro pantalón
Y me trajo otro pantalón, mismo estilo. Me lo pongo y al hacer el ultimo movimiento para ajustármelo oigo RAAAAS. "Que queréis de mi, mátame ya" pensaba. Había arrancado la cintura del pantalón pero serviría.

Problemas de logística añadidos. Yo vivo en un cuarto piso sin ascensor. Conseguí un par de muletas y me disponía a subir a casa de mis padres que tienen 4 peldaños hasta llegar al ascensor. En los cuatro peldaños casi muero cinco veces. Estaba seguro que no podría volver a casa y así estoy tras casi tres semanas, he vuelto a la adolescencia, a casa de mis padres y con la pierna estirada.

Así que lo que decían las abuelas: "Donde está el cuerpo está el peligro" Da igual que vayas a esquiar o a cruzar la calle si eres torpe te vas al suelo.


26 febrero 2016

Proxima parada...

Me gusta ver mi vida laboral como si fuera un viaje en tren, voy de parada en parada o de empresa en empresa. En cada estación suben nuevos compañeros y, lo que me da más pena, se bajan compañeros que con muchos he pasado muy buenos momentos.

Ahora estoy en un cambio de estación, después de cuatro años de viaje toca seguir avanzando y emprender nuevos retos con nuevas personas, bueno en realidad no son nuevas a estrenar, son nuevas para mí. En este cambio de estación dejo atrás a mis compañeros de oficina y algunos compañeros más en tierras remotas. Para vosotros, para los que ahora nos separamos escribo estas palabras (si no eres de ellos pero te apetece seguir leyendo perfecto)

Llegué a las oficinas a principios de año, justo después de las navidades y lo primero que llamaba la atención es que hacía un frío digno de un país nordico, las plantas estaban escarchadas, incluso había un poco de nieve en los arcenes de la carretera.

Cuando eres informático te vas acostumbrando a trabajar mayoritariamente masculinos pero en estas oficinas era todo lo contrario, practicamente todo el personal es femenino, entonces es cuando piensas: "¡Ajá!, así que es aquí donde os escondíais".

En alguna que otra empresa me habían dicho eso de que "es un ambiente familiar" aquí era lo más literal posible. A ver si recuerdo todas las combinaciones: Hay dos hermanos gemelos, dos hermanas una de ellas casada con otro de la oficina, hay dos hermanos (hermano y hermana) el esta casado con la hermana de otra compañera... seguro que alguna que otra relación.

Estas relaciones para mi me complicaban la existencia sobremanera, con lo "maruja" que soy yo me he tenido que hacer un pequeño diagrama para ver con quien me metía no vaya a ser que la liara.

Llevo casi 20 años de externo y la verdad que estando aqui es la vez en que mejor he estado y eso que me imagino que tener externos en la empresa debe ser parecido a como cuando te compras una tortuguita esas de la pecera en forma de pera. Al principio te la compras con ilusión, te la miras mucho, le das de ese bote con gambitas que huelen como si las hubieran sulfatado en Chernobyl, la ves como se sube a la islita esa de la palmera. Pero al cabo del tiempo no entiendes muy bien que es lo que está haciendo, ves que hace cosas raras con los ojos y en algunos casos parece que va cogiendo el olor de las putridas gambitas que se come y al final acaba en algún rincón de la galeria o el balcón... Los externos igual, al principio vienen con mucha ilusión parece que van a solucionar todos los problemas de la compañía, algunos incluso vienen con corbata, pero luego empiezan a hacer cosas raras, hablan de cosas raras, algunos incluso huelen raro como si hubieran estado ordenando los huesos de las catacumbas romanas y no hubieran podido ducharse antes de llegar y al final los acaban moviendo a un sitio que no molesten mucho y que puedan ser felices.

Cuando llegué a las oficinas era como esta tortuguita, me pusieron en mitad de la sala al lado de una maceta del tamaño de un bidón a lado del pasillo. Yo entiendo que pasar por mi lado todos los días y ser de las primeras cosas que se veían cuando se abría la puerta no era de lo más agradecido, así que decidieron habilitar una sala que olía como una biblioteca vieja y con vieja quiero decir una biblioteca anexa a la de Alejandría, que le hubiera entrado un poco el humo y se hubiera quedado el olor y alli me trasladaron.

Muchas más situaciones y aventuras pero por el momento me quedaré solo unas ultimas palabras para todos los que dejo atrás:

Han sido unos cuatro años muy buenos. Me llevo muy buenas experiencias y muy buenos compañeros, incluso algunos amigos.

Para terminar un chiste que me dijeron nada más llegar:
- Sabes lo que es un cazo
- Puez un sucezo.