Por el precio de un Frigopie, mucho más divertido a la par que con peor sabor puedes tener el magnífico libro inspirado en el blog. Pulsa en este enlace y disfruta: Si lo sé, no crezco: Las historias de MundoAcido Aprovecha esta oportunidad de leer el libro del que todos están hablando y cuando digo todos me refiero a algunos miembros de mi familia.

20 diciembre 2007

Rechtsanwalt

Esta es la historia del pueblo de Rechtsanwalt.

Rechtsanwalt era un apacible pueblo de pescadores de arenque de río, habían llevando la pesca de arenque a un estado de excelencia difícilmente asumible por los pueblos vecinos, sus secaderos y los saladeros creaban un salazón que era muy cotizado en todos los mercados. El verdadero valor del pueblo eran sus ancianos, únicos conocedores de las mejores técnicas de pesca y de la cría de las mejores lombrices anilladas hembras usadas para la captura.

Un día la paz de Rechtsanwalt se vio alterada. Una avanzada del ejército astrohungaro se había instalado en su frontera, a nadie se escapaba que su intención era secuestrar a sus ancianos y llevarse con ellos toda la riqueza del pueblo junto a sus conocimientos. El miedo se apoderó de sus entrañas cuando se comenzó un rumor de la consistencia de un barril de brea comenzó a recorrer las calles. El rumor era que Buerek, un antiguo líder de los pescadores y gran conocedor de los entresijos de la aldea, se había unido al ejército enemigo tras haber pasado un tiempo obligado a pertenecer encerrado en una cueva como castigo por cortejar la hija desdentada del anciano mayor.

Pero como los problemas viajan en pequeñas turbas y nunca vienen solos, empezaron a aparecer en el poblado carteles clavados en las jambas de las puertas donde se hablaba de las bondades y de las bienaventuranzas de la que disfrutaban los pescadores astrohungaros por no hablar de los servicios que jóvenes vestales dispensaban a los ancianos secadores de arenque de río. No tardaron en aparecer vacías algunas de las casas

Todo esto hizo que Regisseur, el actual lider de los pescadores, junto con Markeitiel lider de los secaderos reunieron a los valientes rechtsanwaltianos en una asamblea extraordinaria.
Regisseur.- Todos somos conscientes del peligro que corremos, el imperio comercial está en peligro. Estamos amenzados, quieren llevarse a nuestros ancianos, quieren robarnos nuestra comida, que digo nuestra comida. ¡Quieren llevarse la comida de nuestros hijos! No podemos permitir esta afrenta, esto es la guerra…

Markeitiel.- Como primera medida para que vean que vamos en serio hemos decidido arrancar todas las jambas de las puertas, a ver donde clavan ahora sus mensajes. También hemos decidido crear unas normas de muy sencillo cumplimiento que nos evitaran males mayores. La primera de ellas es que se le arrancaran los ojos con dos cucharas sucias de salazón al que sorprenda leyendo, aunque sea de reojo, los panfletos astrohungaros. – y así siguió la lectura de las nuevas normas que infundió valor y animo como el que tenían las lombrices anilladas.

Regisseur.- Todos los hombres y niños que sean capaces de sostener un arma y blandirla por lo menos una vez (aunque después se le caiga) estarán obligados a prepararse para la guerra que se aproxima.

Se nombró a Ferdineng como encargado de entrenar al grupo de élite, que serviría de fuerza de choque en la guerra que se avecinaba. Regisseur dio instrucciones precisas de que se entrenarán en el uso de la maza. La maza era un razonamiento suficientemente contundente como para convencer a los astrohungaros de que instalarse en su frontera era una idea que debían plantearse.

Por su parte Markeitel se reunió con los ancianos del pueblo para explicarles la situación y las medidas tomadas. Cuando has dedicado toda una vida a atravesar lombrices anilladas con un hierro introduciéndoselo por el culo, la bondad y clemencia son términos que su significado queda algo difuso en la niebla de la maldad. Así que los ancianos además decidieron que lo mejor para que Ferdineng hiciera un buen trabajo era amenazarle con torturas que harían palidecer a sus amigos de la inquisición. Por su parte Markeitel se encargó de convencerlos de que tendrían que grabarlos con más impuestos que servirían para sufragar el armamento y la manutención de las tropas, en contrapartida se comprometió a organizar una justa que no solo serviría para levantar la moral de las tropas, si tenían un poco de suerte seguro que alguno salía herido y podrían disfrutar de un poco de sangre y heridas. Los ancianos estaban entusiasmados con esta idea así que aportaron diligentemente todos los eurracks que les pidieron.

Markeitel y Regisseur se reunieron con Ferdineng a las afueras del poblado tras el primer mes de entramiento con maza y le comunicaron que en una semana tendrían que hacer una justa donde sus hombres se batirían a caballo para demostrar sus avances. De nada sirvió que Ferdineng intentara explicarles que lo más cerca que sus hombres habían estado de un caballo era cuando se escapo un burro en el pueblo y le rompió una pierna de una coz a Danielex.

Durante esa semana Markeitel se encargó de comprar las armaduras y blasones que engalanarían los caballos, Por su parte Ferdineng tuvo que hacer un caballo de paja y explicarles a sus hombres que un caballo era como el burro aquel, pero que las coces dolían más y que no era una buena cosa intentar dirigirlo cogiéndolo de las orejas.

Cuando faltaba un día para la justa, tímidamente Smilingsun, tesorera del poblado, le comunicó a Markeitel que apenas quedaba eurracks de los recaudados a los ancianos y nadie había caído en que no habían caballos en el poblado. Rápidamente partieron hacia uno de los pueblos vecinos con los eurracks que todavía quedaban en la bolsa comunal, y tras una larga negociación llegaron a la conclusión que no podrían comprar más que una yegua menopáusica y diez ponies ya mayores.

El día de la justa llegó. Intentaron engalanar a la vieja yegua con una de las armaduras de plata que habían comprado pero a la pobre le temblaban los cuartos traseros así que desecharon la idea, la cubrieron con un blasón que lejos de darle dignidad le sentaba como si fuera una mortaja. Ni siquiera se intentó ponerles la armadura a los ponies y hubo que recortar los blasones para que no arrastraran. Cuando los hombres de Ferdineng se montaron en los ponies tuvieron que encoger las piernas para que no arrastraran y hubo alguno que tuvo que ponerse detrás del pony para ayudarle a caminar empujándole por el culo.
El día de la justa acabó con uno de los hombres de Ferdineng en la casa de curas al caerse de la yegua cuando esta dio un respingo cuando se le enrampó la pata delantera derecha. Uno de los ponies tuvo que ser sacado en volandas al tropezarse con un montículo de arena que nadie advirtió.

Los ancianos estaban indignados, Markeitel tuvo que reunirse con Ferdineng y airado le comunió que había perdido la confianza del consejo de sabios, se le obligaba al exilio y sería objeto de ostracismo público, en su lugar se colocaría al encargado de la compra de los blasones y armaduras que era lo que más había lucido en el día de la justa. Desde aquel día Ferdineng huyó al exilio y aún hoy cuentan los bardos que logró formar una familia y que es feliz.

Chaleseech sería el encargado de formar a la tropa de élite, algunos de sus hombres comenzaron a añorar los días en que su única preocupación era ir al rio y pescar arenques por lo que algunos de ellos comenzaron a mirar si podían emigrar a la tierra donde se había establecido Ferdineng y volver a sus antiguas ocupaciones. Por cada soldado que desertaba se conseguía alistar uno nuevo.

Chaleseech enseguida se congració con los favores de Markeitel con sus duros métodos de entrenamiento. Aprovechando que ya llevaban prácticamente 10 lunas nuevas entrenando con la maza decidió que la maza era un arma innoble y a partir de ahora utilizarían las dagas florentinas. Markeitel por su parte volvió a juntar a la asamblea de ancianos y les exigió que volvieron a aportar más tributos con los que comprar las dagas florentinas.
Chaleseech era implacable en sus entrenamientos. No era extraño que la noche cerrada sorprendiera a sus soldados, que aceptaban esta nueva forma de entrenar con la animo que acepta un buey que le aguijoneen el culo.

Llegó el día de la batalla. La disposición para la batalla era la siguiente, en primera fila estaba la yegua, que había empeorado tanto en su estado de salud que sólo podía soportar el peso del blasón, así que su jinete estaba de pie al lado suyo con un saco de vendas y árnica por si la yegua, a la que ya le había cogido cariño, sufría algún percance.

En segunda fila estaban 8 hombres de pie a horcajadas y entre sus piernas estaban los ponies, algunos resollaban descontroladamente debido a los problemas respiratorios que habían sufrido al vivir en un pueblo con unos niveles muy altos de humedad. Tras ellos había un ultimo pony, el más joven de ellos, qué nadie se atrevía montar porque coceaba y mordía a partes iguales, y la altura del pony era tal que si mordía a la altura de su boca es posible que alguno de los soldados tuviera que plantearse la adopción como método de perpetuar su familia. Las dagas no se pudieron comprar porque Markeitel invirtió el presupuesto en la compra de blusones con los blasones familiares de cada uno en el pecho y el nombre en la espalda. A cada soldado se le amenazó con convertir su casa en un excusado público si no conseguían expulsar a los astrohungaros de la explanada. La principal motivación para ganar esa guerra era acabar con las jornadas de entramiento que habían tenido los dos ultimos meses.

Avanzaron con toda la dignidad que puede dar esa grotesca cuadrilla. Cuando los astrohungaros llegaron a verlos les fue muy difícil mantener el orden entre sus filas. Cuando unos doscientos metros separaban a los dos ejercitos a la yegua le dio un engarrotamiento en un cuarto trasero que hizo que la pata se estirara de forma descontrolada hacia atrás con tan mala pata que coceo al jinete del pony que iba justo detrás El pony indomable se asustó con lo que mordió el culo de uno de los ponies resolladotes, que al verse sorprendido por este terrible bocado se lanzó en loca carrera. De nada sirvieron los puñetazos que le propinaba el jinete, el pequeño pony no podía oir nada más que sus resuellos mientras adelantaba a toda la comitiva y avanzaba contra el ejercito rival que se lo miraba risueño.

El pequeño pony corrió mas que en toda su larga existencia pero las limitaciones físicas reclamaron un cierto protagonismo e hicieron presencia a falta de una decena de metros que llegar a las hordas astrohungaras las fuerzas abandonaron al pequeño corcel que cayó fulminado lanzando a su jinete a los pies de los caballos enemigos. El resto de ponies encontraron en que invertir su tiempo al ver unas hierbas que según pensaron no podían dejar escapar así que se desviaron a ver si eran tan buenas como parecían.

Los astrohungaros no se sostenían sobre sus monturas así que decidieron abandonar la explanada y retirarse a sus casas a contárselo a sus hijos y ver si sería posible traer la familia a la próxima batalla.

Chaleseech fue felicitado por haber expulsado a los astrohungaros, se imponía una buena fiesta de conmemoración de este gran día. Como se había invertido todo el esfuerzo del pueblo en la preparación para esta gran batalla Markeitel tuvo que ir a los ancianos a exigirles un nuevo tributo con el que ir a comprar salazón al pueblo vecino, que a su vez tuvo que ir a comprarselo a los astrohungaros que habían conseguido un nivel más que aceptable en el proceso de salazón. Cuando los ancianos vieron esto mandaron emisarios a Buerek para negociar unas buenas casas bien surtidas de vestales en territorio astrohungaro.
Al verse abandonado por una gran parte de sus ancianos Markeitel echo toda la culpa a Regisseur por lo poco afortunado de su eleccion en la formación de la tropa de élite y tras una pequeña humillación pública lo mandó al exilio.

Por su parte Markeitel se asoció con Kiderreich un oscuro personaje surgido de las entrañas de la parte más radical de la asamblea de ancianos y decidieron montar el pueblo en caravanas, desprenderse de las mujeres y los niños y llevarse con ellos a los que más lucieran los blusones que se habían mandado hacer en Italia.

Esta caravana de hombres elegantes partió lejos del río y de la frontera a un sitio donde pudieran reemprender la pesca y salazón del arenque de río. Nadie cayó que si no hay río no hay arenques, así que tuvieron que improvisar el salazón de la ardilla voladora que nunca acabó de triunfar.

Esta ha sido la real historia del pueblo que un día dominó el salazón de arenque de río que ocupó esta zona donde ahora campan a sus anchas los conejos y los lunnies.


PS.
Es posible que pocos entiendan este escrito, tampoco puedo dar muchas explicaciones.
Este post va dedicado para el campeón mundial de Scatergories.

13 diciembre 2007

Herido de guerra

Ayer volví a la peluquería, y debería acabar aquí en un mundo normal o a alguien que no fuera yo, pero como se ve que han distribuido fotos mías por ahí la gente se encarga de proveerme de historias para escribir.
Mira que yo soy de lo más convencional, que voy a las cadenas de peluquerías que habitan en los centros comerciales, no llevo mechas y voy camino de que en mis entradas se planteen poner fronteras y aduanas. Normalmente cortarme el pelo a mi no les lleva más de veinte minutos, pero no, ayer estuve una hora.
La peluquería en cuestión es una de la cadena de Marco Aldany y como siempre nada más llegar tienes que apuntarte.
- Buenas, para cortarme el pelo
- Si porque para pegártelo es a partir de las 10 – oigo una voz tras de mi. Era un hombre ya mayor que estaba intentando ligarse a todas las peluqueras, que no eran pocas. Ellas le correspondían con las más absoluta indeferencia.
- Tienes tres delante de ti – me dice la que apunta
- Vale
- ¿Te apunto?
- ¿Cuánto tiempo tengo que esperar más o menos?
- Eso no te lo puedo decir.- esto me lo dijo como si le hubiera preguntado si iba a ser feliz en mi matrimonio, no se si no podía decírmelo o no sabia como calcularlo.
El caso es que me siento a esperar y en una media hora me llaman y me sientan en un butacón, me dan dos revistas para leer que me dieron mal rollo, la primera era “Belleza y Salud” o algo así y el tema de portada era “Como perder esos kilos que tanto te afean” y la segunda era algo así como “Pelos” y el tema de portada creo recordar “Como hacer que por lo menos tu pelo luzca”. Estuve por girarme y decirle a la chica si quería decirme algo, que lo dijera claramente.
Viene un chico y aquí empieza las rarezas de verdad
- Perfecto – El chico se presentó así
- Hola.
- ¿Te importa cambiarte de sitio?
- ¿Dónde? – Donde quiera
- En esta silla – y me señala una en la esquina, donde la oscuridad pudiera cubrir lo que tenía pensado hacerme, al sentarme soltó otro “perfecto”
- ¿Qué te hago?
- Pues mira yo normalmente llevo el pelo bastante corto
- Perfecto
- … hacia delante …
- Perfecto
- Y por arriba un poco más largo y despeinado
- Perfecto ¿Hace tiempo que no te cortas verdad? – He de decir que en ese momento tenía el peinado de Georgi Dann
- Si ya me hacia falta – Mr. Observador

El hombre comienza a cortar, me mete la trasquiladora y no se como la mete pero se le atasca y me pega un tirón de pelos que me hace saltar un par de lagrimones. Después llegó el momento de afeitar patillas y nuca. Saca la navaja y con una destreza que ni Dartacan (el perro) me mete un viaje en la oreja.
- Uy te dañe la oreja
- …
- Espérate un segundo que voy a buscar algo para que no cortar la hemorragia
Desgraciado, este me había cortado la oreja. Vamos que en un combate a primera sangre le dan el triunfo fijo. Al momento empiezo a notar como la sangre comienza a resbalar por detrás de la oreja y aquí cometí un fallo. Yo soy muy aprensivo con la sangre, sobre todo si sale por alguno de mis orificios, ya sea de los que venían de serie o de alguno de nueva creación. Me giré para verme la oreja y me entro la flojera, era una gota, solo una gota, pero aventurera porque ya iba por el cuello y bajando. Vino el peluquero degollador y me echó alcohol sin medida, vamos que si hubiera sido agua oxigenada ahora sería rubio, y me hizo que me tapara con un algodón.
Ahora tocaba afeitar la nuca, yo estaba al punto de coger el Síndrome de Estocolmo, así que obedecía todo como si fueran mi padre.
- Mantén el cuello recto
- Vale – y es decir esto y empieza a presionar con el pulgar y el índice en la nuca, en la base del cráneo con fuerza y me inclina la cabeza
- Mantén la cabeza recta, vale
- Vale – y vuelta con los empujoncitos
- No inclines la cabeza
- Es que no la muevo yo – si después de cortarme la oreja lo que menos ganas tenía era de oponer resistencia con su navaja en mi cuello
- A que te empujo yo… es verdad… Perfecto

Esperaba cortarme más el pelo pero no me atreví a que me retocara, sólo quería salir de allí lo antes posible.

10 diciembre 2007

Mas chapuzas informáticas

La memoria es algo curioso, así como el que no quiere la cosa saca a flote recuerdos de hace años. En mi caso el otro día, como si fuera un corcho, saltaron los recuerdos de cuando estaba trabajando reparando ordenadores felizmente.

Algo de esto ya conté hace un tiempo, pero de aventuras de aquella epoca hay para aburrir a las piedras. Ahora viene un par de historietas en plan abuelo cebolleta.

Un día me mandaron a reparar una impresora que hacía el tonto en una oficina. Mi experiencia hasta el momento con las impresoras era de lo más cordial. Yo les pedía imprimir y ellas me daban hojas con dibujitos en una cara. Ahora tenía que ir a “reparar” una. La impresora en cuestión era una HP Laserjet 4L creo o algún modelo anterior. Aprendí varias cosas, por ejemplo el fusor quema. Yo estaba en “modo experto” en impresoras, fue tocar el fusor que estaría a la temperatura en que se convierten las vigas en una infusión de hierro y sentir unas ganas inmensas de gritar y maldecir, por el contrario tuve que poner cara de “esta es una prueba que hago siempre para ver si calienta bien, si me hace salir ampollas en los dedos es que va perfecto.”

También había visto que algunos cogían el toner y lo sacudían enérgicamente de un lado a otro. De aquella me daba igual que fuera para distribuir el polvo del toner o como maraca de un ritual. Nadie me había dicho que ese toner era rellenado. Cogí el toner fuertemente con las dos manos. Llevé las manos hacia el lado derecho. Concentré toda mi fuerza en mis manos y lo sacudí hacia el lado izquierdo. A partir de ahora hay que leerlo todo en cámara lenta: La secretaria me mira. A medio recorrido del toner se salta el tapón que se uso para rellenarlo. La secretaria abre más los ojos mientras balbucea algo. En un mundo sin inercia hubiera podido parar mis brazos pero este no es ese mundo. Cuando mis manos llegaron al punto máximo de recorrido hacia la izquierda, que coincidía con un punto muy próximo a la cara de la secretaria, de dentro del toner se oyó la canción de “Libertad, libertad, sin miedo libertad” y el polvo salió despedido por el hueco que anteriormente estaba tapado. A partir de aquí todo volvió a su velocidad normal, secretaria, mesa, moqueta y yo parecíamos sacados de una mina de carbón. La secretaría seguía balbuceando lo que a ella le hubiera gustado que fueran insultos pero sonaba más como salmodias en tibetano.

Me disculpe, recogí el toner que pude, mi empresa les regaló un toner nuevo y a mi me enseñaron a agitar toneres con la gracia de la Vieja Troba Santiaguera.

En otro cliente me mandaron a reparar un teclado. Ahora se que hay teclados de membrana (los malos) y mecánicos (los que pesan dos kilos). Pues allá que me fui yo, con mi ignorancia por bandera. Mi idea era desmontar el teclado, mirar fijamente lo que hubiera dentro hasta el punto de avergonzar a la pieza que estuviera fallando y volverlo a montar. Llegué a la mesa con el teclado averiado, la chica se levantó y se puso detrás mío (si alguna vez van a repararos el ordenador no os quedéis detrás, mete un pelín de presión). Cogí el teclado, que pesaba bastante, le di la vuelta y saque todos los tornillitos que tenía en la parte trasera. Aquí es donde saber si un teclado es mecánico o de membrana tiene una importancia fundamental. Un teclado de membrana tiene como una capa de goma que apretan las teclas al pulsar, pero en un teclado mecánico cada tecla tiene su muelle y pequeño mecanismo. Al darle la vuelta a ese teclado mecánico había conseguido que todas las teclas estuvieran como apretadas (en este momento había unos cien muellecitos encogidos) al sacar la tapa, los cien muellecitos soltaron un suspiro de alivio y soltaron toda la tensión acumulada. Era como un geiser de teclas, muelles y piezas varias. En un momento piensas dos cosas: 1. ¿Como le explico esto a todos los que han visto esta explosión de luz y color? 2. ¿Cómo vuelvo a montar yo todo esto?
Me giré con la mejor cara de niño bueno que pude poner, vamos que me faltó solo poner los ojos vidriosos en plan manga y sin decir mucho más me tiré al suelo a recoger muelles y teclas. Cuando recogí todo lo que vi me di cuenta de algo importante, no recordaba la disposición de las teclas. Colorado de vergüenza tuve que ir a pedir otro teclado para ponerlas en el mismo orden, en estos casos se aprecia muy poco la originalidad y la creatividad.

Alguna que otra historia recuerdo, pero mejor otro día que si no, no volvéis.