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01 septiembre 2008

El ninja con cascabeles.

Sombra en la noche, susurro en la tempestad, así me llaman. Me muevo en las sombras y no me escuchan ni los perros... vamos que soy silencioso como Joaquin Cortés bailando ballenato con un ataque de gases, si mi vida dependiera de mi silencio y sigilo mañana leeríais mi esquela.

Normalmente me levanto más temprano que mi mujer (pobre de ella). Mis problemas con el despertador no los voy a desvelar ahora. Para evitar infartos he decidido ponerme dos despertadores: uno que tiene un fogonazo de luz verde cuando suena o quieres ver la hora y otro que lanza un rayo laser para ver la hora proyectada sobre la pared, techo, frente de mi mujer. Cada despertador tiene cinco botones traseros que manejo a la perfección cuando duermo pero que despierto me lleva un rato tocar el botón correcto. Cada botón de cada despertador tiene un pitido diferente. Todo esto sirva para que os podais hacer una idea de lo que sucede cuando llega la hora de levantarse, dos alarmas sonando, pitidos de botones mientras busco el botón de pararlos, fogonazos verdes y rayos laser rojos contra todo lo que se menea (que parece que se haya metido un francotirador con parkinson en la habitación) a la par que piezas de despertador que van cayendo (la última vez que lo tiré no se lo tomó a bien y ahora tiene partes moviles donde antes tenía soportes).

Normalmente mi mujer aguanta estoicamente sólo soltando un "Quieres parar el despertador de una vez". Como no quiero despertarla (más) me muevo a oscuras por la habitación. A pleno sol me muevo como mr. Potato borracho de tequila así que de noche y sin luz voy chutando lo que hay a mi paso. Algunas cosas se niegan a ser chutadas, como por ejemplo las patas de la cama, la cómoda. Cuando una cosa inamovible a patadas con el pie desnudo es colisionada con mis dedos se produce una maldición, intenta salir de mi pero como cierro la boca justo en el momento apropiado implosiona dentro y solo se puede escuchar un "Mierda de .... (rellene con el objeto chutado)"

Tras esto salgo al distribuidor que tiene un metro cuadrado y dieciseis ojos de buey. Antes encendía la luz hasta que mi mujer me hizo notar que cada vez que lo hacía el gallo del vecino se pensaba que ya había amanecido. Vamos que es darle al interruptor y el contador de la luz se pega unas vueltas a lo Ussain Bolt.

Me aseo y vuelvo a la habitación a buscar la ropa, a oscuras. Antes que vestía de traje (no de luces) era todo un desafío acertar la combinación correcta. Traje azul, camisa marron corbata roja -mec- fallo. Traje marron rayado, camisa azul rayada, corbata azul rayas -mec- sobredosis de rayas. Con suerte un par de intentos, un día normal no quiero contarlos.

El problema es que hoy he añadido una nueva funcionalidad a mi amplia lista de sigilosos movimientos. Ayer sobró pan en casa y he decidido hacer un poco de pan tostado. La tostadera ha fallado en su movimiento expulsador en la segunda tanda de tostadas. Estando yo comiendo mi tostadita he empezado a oler a quemado, siendo como eran las 6:45 de la mañana he pensado: "Que estarán haciendo los vecinos ahora". Ha sido al girarme cuando he visto que la tostadora le había hecho una pira funeraria a la tostada. Una columna de humo gris subía ancho como un puño. El humo podía escoger entre salir por la ventana o dirigirse al salón. No hará falta que diga hacia adonde empezó a ir el humo. Empecé a preocuparme de que la tostada sobrepasara el umbral ese que limita el echar humor o comenzar a arder. Le he hecho entender a la tostadora que era un buen momento para soltar la tostada con un delicado guantazo en el lateral, mientras corría a cerrar la puerta que comunica la cocina con el comedor sin mucho éxito porque el humo ya estaba el comedor burlandose de mi.

No puedo prometer que no haré más fuegos fatuos sobre el marmol de la cocina, ni que consigueré apagar el despertador en el segundo diez desde que empiece a sonar, pero le pondré todo mi empeño.

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