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26 abril 2010

De urgencias... otra vez

Todos tenemos un don. Como un superpoder del que no tenemos control y que aparece solo en una momento muy concreto: cuando nos caemos. Si te caes, este poder sobrehumano te controla, y da igual que te hayas roto las dos tibias de fractura abierta, te levantas y tras dar un par de pasos te hace decir "Estoy bien".

Este sabado por la mañana reinventé lo que sería bajar las escaleras como una vedette, una vedette de 50 años que se hace los carajillos un poco cargados. Alguien había sembrado la escalera de panfletos de publicidad. Esquivé un par, me despisté, pisé uno y empecé a buscar mi centro gravedad mientras este se alejaba de mí, aguanté hasta el final de las escaleras pero en un alarde de agilidad digno de trapecista del circo del sol caí con el pie de lado sobre el canto exterior. No llegué a besar el suelo, pero comenzando en el tobillo pude notar a todos los huesos aprovechando para testear su elasticidad, el resultado de los tests no fue bueno.

El superpoder que mencionaba me controló por momentos y evitó que llegara al suelo y, que pese a tener el tobillo como si hubiera estado jugando a futbol con bolas de petanca, me girará para asegurarme de que nadie me había visto bajar las escaleras a lo Massiel en la fabrica de Anís del mono. No había nadie salvo unas cuantas decenas de caras que me miraban desde el suelo, la publicidad era de Clinicas Vitaldent, con lo que un pequeño grupo de personas sonrientes de dientes blancos como la cal y pomulos holluelizados me miraban riendose de mi dolor, que ellos mismos habían provocado. Les maldije, a ellos, a sus dientes falsos, a los dentistas en general, al tio que llama dice "Correo comercial" y los tira por todas partes, a la teleoperadora sudamericana que intenta que me cambie a movistar (Ella está siempre presente en mis maldiciones).

Al llegar a casa hice lo que todo buen lesionado tiene que hacer. Bolsa de hielo (en mi caso fueron unos guisantes congelados), friega de Voltarén, Ibuprofeno, pruebas de caminar. Pero la cosa empeoraba así que fuimos a la clinica Delfos.

Llegamos y nadie en recepción
- HOLA!! - dije
- ¿A quien saludas?, no hay nadie - me dice mi mujer
- A los ordenadores, es que los informáticos siempre lo hacemos.
Sale una mujer joven, con la actitud del que acaban de sacar de una siesta de pijama cuando estaba teniendo un sueño precioso. Le doy datos y me manda a sentarme al rincón de pensar. Al poco me llama otra enfermera. Me mandan a un box y me siento en un tamburete. Por el estado del tamburete era el que había usado Montserrat Caballé para cambiar las bombillas todas las lamparas del Liceo. Intento ajustarlo (algún día tengo que perder la manía de intentar arreglar las cosas, más cuando nunca lo consigo).
Viene la enfermera.
- Sientante en la camilla, el tamburete es para el medico - Se ve que siempre ha habido rivalidad y celos entre el colectivo de enfermeras y médicos. Por qué para reservarle ese tamburete a alguien expresamente es quererle muy poco.
El médico muy correcto y discreto. Una doctora chilena y las enfermeras ¡Madre mía!
- ¿CUANDO JUEGA EL BARÇA? - Grita la dra. chilena
- A LAS OCHO CONTRA EL INTER - Le grita una enfermera que tenía al lado, que parecía que para merendar se había comido a Messi.
Aparece la enfermera que desperté de la siesta
- Estoy echa polvo y todavía no he comido, me estoy guardando dos galletas para merendar a las seis
- ¿SI ME LAS COMO YO? ME MATAS. YO POR MIS GALLETAS MA-TO. - Grita la enfermera zampabollos. Posiblemente la broma de la Esteban no la había hecho nadie.
Llega un celador, preocupado por los gritos
- ¿Qué pasa por aqui?
- QUE xxx NO HA COMIDO TODAVÍA Y DICE QUE POR SUS GALLETAS MA-TA. - El tono era el de Camacho en un mal día de sus jugadores. Por no hablar de que en realidad la broma la había hecho ella. - ¿CUANDO JUEGA EL BARÇA?
- No se, no me gusta el futbol
- EN EL BARÇA JUEGA UN JUGADOR CHILENO MUY BUENO, MESSI SE LLAMA. HOY JUEGA CONTRA EL INTER A LAS OCHO. - Tener que escuchar todo esto mientras leía en un cajón "Sierra para escayolas", que ideas me venían a la cabeza
- VOY AL BOX DOS. - Yo era box ocho, me salvé. En el box dos había un hombre con esa carilla de perro mojado pidiendo perdón.
- HOLA, HOY JUEGA EL BARÇA, ¿QUE LE PASA?
- Meo sangre - dice el hombre con hilillo de voz
- ¿DESDE CUANDO ORINA SANGRE?
Más no pude oir porque vinieron a buscarme, pero ¿Realmente hacía falta gritarle al mundo que el problema de ese hombre?
Después de todo esto, tengo el pie vendado porque tengo un esguince, otro más. Me pierdo seguro la semifinal de champions y no es seguro el proximo partido de liga.

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