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25 septiembre 2008

El miedo...

Yo estaba convencido de que había pasado miedo alguna que otra vez. Me han pasados cosas suficientes como que me hubiera acompañado en algún que otro momento, pero he descubierto que eso no era miedo. El problema es que no se como llamarlo entonces así que asumiré que el miedo tiene grados como la temperatura. Viviendo lo que viví el otro día he de decir que lo vivido hasta ese momento, si fuera temperatura, sería un frío como para decir: "Parece que hace fresco esta noche, voy a buscar una rebequita". Lo de ese momento sería un frío que te congela los fluidos internos y te hace mear granizado...

El otro día estuve en Port Aventura.

Lo mismo alguno de vosotros se pensaba que mi miedo lo originaba algúna peli, ladrón, asesino, abuelilla en el metro. Pero yo soy de instintos primitivos y miedo es tan básico como una clase de preescolar de niños zombi. No puedo decir que fuera miedo a morir, porque uno confía en que alguien pruebe los cacharros antes, era un miedo ysi... "y si esto falla", "y si esto no frena", "y si me da un infarto"...

Para empezar el día nos montamos en una atracción llamada "Furius Baco". Es del estilo montaña rusa, tras una suave arrancada se para en un tunel. Ponen un video y vuelve a arrancar. Es un arranque que si te pilla con la boca abierta te la deja como para comer pizzas familiares de un bocado. Pensaba que la cabeza me salía disparada. Tras tres segundos se pone a 130 kmh. Estuve tentado de dejarme llevar y gritar lo que me dieran los pulmones pero una neurona que consiguió despegarse de la pared trasera del craneo gritó a sus compañeras "Las llaves del coche están en el bolsillo". Intentaba mirarme los bolsillos pero hubiera necesitado el cuello de Fernando Alonso para mover la cabeza a voluntad, intente palparme los bolsillos pero con las protecciones poco podía hacer. Con esfuerzo conseguí escurrir una mano hasta el bolsillo justo en el momento en que la vagoneta comenzaba a voltearnos un par de veces y hacer un vuelo rasante sobre un lago. Me notaba los bolsillos como si fueran alforjas de boca ancha. Paró el cacharro del demonio, pude palparme el bolsillo y las llaves seguían ahí.

Tras esta montaña rusa el Dragon Khan ya no da la impresión que daba antes... miento me da una impresión del copón. Me bajé del Dragon como si hubiera estado compitiendo al "A ver quien aguanta más con el vodka" con Boris Yeltsin.

Pero lo que redefinió mi concepto del miedo es una atracción llama "Hurakan Kondor". El funcionamiento es sencillo un palo, subes gente y la dejas caer. El palo mide 100 metros, quizá pueden parecer pocos pero ya te digo yo que si estás a 100 metros subido en un sillín de bici con un arnés como única sujección cien metros te parecen suficientes como para que te plantees si con los cuarenta euros de la entra no habría sido mejor pegarse una cena.

Para conseguir llegar a la atracción tuvimos que hacer una hora de cola aderezada con carteles muy tranquilizadores...

"Salida de emergencia"
"Si está embaraza no suba o sacará el niño por la boca"
"Si cree que tiene problemas de corazón, o si tiene corazón no suba"
"Menores de 150cm no pueden subir, mayores de 150cm han de estar locos para subir"
"¿Ha hecho las paces con todos su familiares?"
"Si nota que va a padecer un ataque de pánico piense que son 5 segundos y después ... la gloria"
"Si es usted budista ¿Escogió ya reencarnación?"

Eramos cuatro los que estabamos en la cola mirandonos con cara de "Exactamente... ¿por qué estoy haciendo esto?".

Llegamos al palo y había cuatro opciones, escogimos la que daba más impresión. Nos sentaron en un sillín, nos ataron con un arnés y p'arriba. Los primeros metros transcurren por el interior de un tunel adornado con craneos, el mensaje era claro. Tras el tunel yo me esperaba un cura... "Ego yo te absolvo". Unos metros más tarde se sale al exterior. El exterior ya estaba bajo. Nos subieron hasta el final del palo. La vista era espectacular, digna de ser fotografiada diría que hasta se veía la curvatura de la tierra. Un segundo más tarde, que a mi modo de ver tuvo una duración suficiente como para que mi sobrino hubiera conocido a sus nietos, la máquina nos inclino y dejamos de ver el horizonte para ver el suelo. A cien metros de altura el suelo no es algo agradable de ver.

Un segundo más tarde... "CLAC!"

Nos soltaron. Alguién dentro de mi dijo "PORDIOSBENDITOOAUAHAHAAAAAAAAAA". Ante mi no pasó mi vida como en diapositivas, bastante tenía yo con preocuparme de que lo último que me pasara por mi cabeza no fueran mis pies. No se cuanto tiempo duró la caida, al bajarnos tenía un temblor de piernas que me duró como media hora.

- ¿Qué tal? ¿Como ha ido? - nos decían los que no subieron
- Impresionante, que miedo he pasado - conteste
- ¿A donde os apetece ir?
- Es que ha sido una caida...
- ¿Vamos a los tronquitos?
- ... si es que te suben y te tiran...
- vale, vamos a la estampida
- ... oyes "CLAC" y luego caes...
- ...
- ... y caes y caes...

Yo no estoy fino desde entonces...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por Dios, que premnio nobel de literatura se está perdiendo el mundo. Deja la informaticaaaaaa.

Anónimo dijo...

Coincido en todo contigo, yo también disfruté mucho en Port Aventura, aunque no el mismo dia que tu, y no lo hubiera expresado de mejor manera que tu, sigue así!